Ontología de la problemática social asumida por las universidades y sus impactos

Umi apañuái avaty rehegua Universidad-kuéra omotenondéva

Ontology of the Social Problems Assumed by Universities and Their Impacts

Estanislao Barrientos

Universidad Tecnológica Intercontinental

Nota de autor

Vicerrectoría de Investigación Científica y Tecnológica

[email protected]


Resumen

El objeto de reflexión y crítica es sobre la opción de las universidades por la perspectiva objetivista que legitima su alineación al ritmo del mercado y de su distanciamiento a lo que es esencial al ser humano. Esa perspectiva objetivista no es pertinente para la comprensión de la problemática de las realidades sociales y de cuya aplicación se tiene los impactos adversos, tanto para las universidades como para la sociedad. ¿Cuál es el motivo de este comportamiento o actitud de las universidades? Sin lugar a duda, porque ofrecen carreras únicamente profesionalizantes, y responden directamente a las demandas de los grandes dueños de riquezas y que el mercado se encarga de negociar al mejor postor. Este comportamiento de las universidades, ¿qué perspectivas ontológicas legitiman ante la problemática de la realidad social y cuáles impactos generan? Como impacto fuerte es la definición del nuevo rol de las universidades, cual es dedicarse a lanzar en el mercado profesionales con títulos universitarios. Y, para la sociedad, las desigualdades son, cada vez, más pronunciadas.

Palabras clave: perspectivas ontológicas, problemas de la realidad social, objetivismo, construccionismo, impactos sociales



MombyKypyre

Ko’ápe jajepy’amongeta mba’e mba’épa Universidad-kuéra oikuave’ë tapichakuérape, ha añeteháme ko’ä mba’e oikuave’ëva ha’épa umi oikotevéva. Jajesarekoporävo, ko’ä mba’e oikuave’ëvare, ndojojái tenonderä yvypóra reheguáva. Mba’érepa oiko térä ojapo upéicha Universidad-kuéra? Añeteháme, upéva oiko, ome’ë haguérente umi profesión oipytyvöva ha omongakuaavéva umi ñemurenda oguerekóva heta pirapire.

Mba’eichagua tenonderä yvypóra rehegua omopyenda umi apañuái avaty rehegua, ha mba’épa ojapo ko’ä problemática ñande rekoháre? Jahechakuaa ko’äga, umi Universidad omoambueha hembiape, ome’ë avatype hetaiterei tapicha ititulo universitariova ha upéicha rupi heta tapicha oñembotapykue, oiko pe jojaha’ÿ (desigualdad de oportunidades).



Mba’e mba’e rehepa oñe’: tenonderä yvypóra rehegua, apañuái avaty rehegua, jehupytyrä, constructivismo, avaty mba’eapopyre.

Abstract

The object of reflection and criticism is about the choice of universities through the objectivist perspective that legitimates their alignment to the market rhythm and their distance from what is essential to the human being. This objectivist perspective is not pertinent to the understanding of how problematic are social realities and whose applications have an adverse impact, both for universities and for society. What is the reason for this behavior or attitude of the universities? Without a doubt, because they offer only professional careers, and respond directly to the demands of the great owners of wealth and that the market is in charge of negotiating to the highest bidder. In this behavior of the universities, what ontological perspectives of theirs, have legitimized the problems of social reality and the impact so generated ? One major impact is in the definition of the new role of universities, which is to dedicate themselves to produce for the market only professionals with university degrees so resulting in a society where inequalities are, increasingly, more pronounced.

Keywords: Ontological perspectives, Problems of social reality, objectivity, Constructivism, Social impacts.

Introducción

El presente artículo tiene como objeto la reflexión y crítica a la opción sesgada de las universidades por una única perspectiva ontológica de los problemas de la realidad social frente a las otras posibilidades y sus impactos en las mismas y en la sociedad toda. Las universidades, en este sentido, han perdido su cometido esencial cual es el pensamiento reflexivo y crítico centrados en las realidades problemáticas, de aquéllas que significan “dolor o sufrimiento” a una mayor cantidad de los miembros de la sociedad.

¿Cuál es el motivo de este comportamiento o actitud de las universidades? Sin lugar a duda, y no es nada novedoso de repetir las gastadas afirmaciones de que las universidades , en su mayoría, para no decir todas, ofrecen carreras únicamente profesionalizantes, y responden directamente a las demandas de los grandes dueños de riquezas y que el mercado se encarga de justificar. ¿Este comportamiento de las universidades qué perspectivas ontológicas legitiman ante la problemática de la realidad social y cuáles impactos generan?

Se propone presentar una reflexión crítica a la opción de las universidades por una sola perspectiva ontológica frente a la existencia de otras perspectivas ontológicas mejor indicadas para los problemas de la realidad social, de sus impactos en las mismas y en la sociedad. Se trata de una reflexión crítica fundamentada en algunos intelectuales, quienes han manifestado sus preocupaciones como desafíos para las universidades del siglo XXI.

Cuando el dolor o sufrimiento se extiende a mayor cantidad de personas es momento que las universidades asuman el rol iluminador y entender que deben extenderse a todos los sectores de la sociedad, y más aún de aquellos que son ninguneados y excluidos de la organización institucional y social; y, hacer las críticas reflexivas y permitir que en su seno tengan espacios los otros modelos ontológicos más comprensivos y comprender sus labores de investigación para tener las razones profundas de esas desigualdades y refutar los falsos problemas sociales, de cuya aplicación traen mucho sufrimiento a no pocas personas.

Es oportuno desear que, de entre los grandes pensadores de la educación, por lo menos, los que la UNESCO ha solicitado sus pensamientos como Jacques Delors y Edgar Morin, vuelvan revivir y orientar la educación en este siglo XXI.

El problema humano que late tras todos los problemas sociales

Los problemas sociales que la gente (el pueblo común) tiene como calvario cotidiano, en el quehacer académico de las universidades cada vez más se aleja en abrirse a ellos. Se distancia tanto en lo académico para limitarse solamente a las necesidades puramente del mercado. Se está ante una inflexión terrible con relación a la situación humana y social del ser humano situado en un determinado tiempo, espacio y grupo socio-cultural. En este orden, Las universidades como componentes iluminadores de la sociedad toda, ¿falsa expectativa?, se espera que un problema social debería ser la substancia constitutiva del quehacer académico y de investigación. Existen sospechas que los problemas sociales de la gente común son cada vez más ocultadas por la investigación. Esos problemas sociales se manifiestan en los hechos sociales; entonces, a la investigación corresponde asumir ese rol objetivo, crítico y neutral de escudriñar y desentrañar los diferentes problemas de la realidad social. Es como señala Rodríguez, Ramón (2002): “ la tendencia es de interpretar los “ hechos” ( ...) La interpretación de una situación como final tiende justamente a ocultar su carácter de interpretación, insinuándose como una afirmación fáctica, de pura constatación de un hecho. Y, esto, cuando se trata de una interpretación que – legítimamente – carece de evidencias fácticas, desempeña el papel de censura de otras interpretaciones posibles” (p.10).

Los problemas sociales están y no significa que las universidades reúnan a intelectuales torpes. Sencillamente que responden a intereses e intencionalidades de los pequeños grupos dueños del poder y del dinero. Estas gentes justifican que el comportamiento humano en la historia siempre fue así y lo será. Sin embargo, en el siglo XXI se esperaba que la sociedad ya erradicara, entre otras, la pobreza, las enfermedades sociales, el hambre, etc.

Resulta que existen discursos diferentes sobre los problemas de la realidad social. Como afirma Rodríguez, Ramón (2002) reluce un problema subterráneo en el discurso ontológico de método y tema de la carencia de precisión y de identidad: “un buen ejemplo de ello lo constituye la polisemia del concepto del ser, que desde Aristóteles es la cruz de la ontología. La articulación del discurso ontológico depende en buena medida de una aclaración mínima del sentido en que se utiliza dicha palabra y sus derivados (…) la utilización , como si fueran obvios y no necesitados de una justificación de su uso y significado, de términos como ser, esencia, ente, realidad, es una de las debilidades típicas del discurso ontológico (p.12).

Para el autor mencionado (Rodríguez, Ramón, 2002): “El “ser “como objeto de comprensión, es un sentido, un significado que entendemos. Pero significado es, ante todo, el significado de una palabra. Es en el lenguaje donde parece prima facie lo que denominamos “ser”. La ontología es una reflexión sobre el lenguaje en la precisa medida en que el “ser “es una abstracción operada sobre las ocurrencias del verbo ser en nuestro decir acerca del mundo.” (p 16).

Ramón Rodríguez, con las citas anteriores, mete el dedo en la llaga de qué intereses están detrás de la opción ontológica asumida por las universidades. La obviedad del significado de la “ esencia del ser” , desde la acepción que dio el padre del modernismo, quizá sea, la interpretación más generalizada y cuyo significado está en los paradigmas del conocimientos más influyentes (positivismo, neopositivismo, funcionalismo, racionalismo, utilitarismo, etc.), se refiere al giro filosófico que dio Descartes de pasar el “ ser” al “ pensar”. Desde ese momento todo se vuelve innominado, abstracto, universal, alejado del ser humano de carne y hueso; para caer exclusivamente en el ámbito de lo puramente racional y lógico-formal.

En la investigación científica, en las carreras sociales, un principio lógico señala que se debe partir de una realidad problemática; sin embargo, poco o nada se cuestiona o se analiza desde qué perspectivas ontológicas se perciben esa realidad problemática. Primeramente, ¿cuáles son las realidades problemáticas percibidas comúnmente? Bericat ( 2016) se refiere sobre el punto con estos términos:

Reflexionemos por un momento sobre fenómenos concretos considerados habitualmente como problemas sociales: pobreza, crimen, violencia, enfermedad, desigualdad de género, desempleo, terrorismo, drogadicción, falta de vivienda, guerra, desahucios, desigualdad económica, maltrato femenino, malnutrición infantil, bandas juveniles, miedo, emigración, éxodo, refugiados, polución ambiental, acoso laboral, soledad, obesidad, explotación productiva, racismo, pederastia, fraude fiscal, narcotráfico, violación de los derechos humanos, etc... todos, sostenemos comparten una misma esencia vital : SUFRIMIENTO HUMANO (p 85).

Ahora, ¿cómo se interpreta cada uno de estos problemas y qué solución se propone? Se ha creado un estereotipo de problemas sociales, de cuya legitimación se encarga el modelo objetivista de la ontología para la justificación de esta realidad y de su difusión, además de las universidades, se encargan los medios de comunicación social. En párrafos siguientes se presenta algunos principios de la perspectiva ontológica objetivista y las otras que son de mejor pertinencia para el análisis y la comprensión de los problemas de la realidad social.

Perspectivas Objetivistas

Sánchez Mariano, García Moreno, José Manuel y Fernández, Félix (2016, En Trinidad Requena, A. y Sánchez Martínez, M.) señalan que estas perspectivas objetivistas:

Defienden que existen ciertas condiciones sociales que, por unas razones o por otras, son objetivamente dañinas, indeseables, incompatibles, disfuncionales, conflictivas, inconvenientes o amenazantes para una parte de los agentes o de las acciones y órdenes sociales. En este caso, el énfasis no se pone – al menos, no siempre – en quién y cómo observa el problema social sino en este en sí como condición social objetiva. (…) en el caso de la perspectiva de la patología social, el problema social surge cuando se violan expectativas morales, en el marco de una visión organicista, biologicista y fisicalista de la realidad social: lo moralmente deseable es sano y lo indeseable es enfermizo. Las patologías – o problemas – aparecen por fallos en el proceso de socialización, cuyas metas no se cuestionan porque se parte de una visión clara sobre qué es lo que conviene a un cierto orden social. (p. 18).

Más adelante, estos autores (Sánchez, et al., 2016) concluyen que:

No obstante, si bien se puede afirmar que la versión más fisicalista, individualista y fragmentaria de esta perspectiva ha sido prácticamente desechada, a la hora de explicar los problemas sociales aún podemos encontrar valoraciones que califican de patológicos- enfermizos, inmorales, o defectuosos – ciertos patrones socioculturales que, por ende, se prestan a ser diagnosticados e incluso tratados (Barcelos y Gubrium, 2014; Dreier, 2005; Duff, 2015; Williams y Guerra, 2011). Sin embargo, vista en conjunto, quizá, como sostiene Best (2006), la metáfora de la patología social fue y sigue siendo, sobre todo, una metáfora, pero no una herramienta analítica suficientemente potente como para permanecer en la caja de herramientas de la sociología” (p. 19)

Dentro de las perspectivas objetivistas, según Lemert (2000, Citado por Sánchez, et al. 2016) en la versión denominada normativa, esta perspectiva propone que la causa de un problema social reside en la disconformidad o en el incumplimiento de las normas, o sea, en la violación de las expectativas normativas (p.20).

¿Cuál es la verdad sobre los problemas sociales como realidad social y cuáles son tratados en las universidades? No hay duda, las universidades solamente dan cabida a ese paradigma del neopositivismo – objetivista - y casi nula a otras perspectivas de investigación relacionadas a los problemas sociales para una mayoría de la sociedad; pues, solamente les interesan lo puramente racional, formal y universal. Esta perspectiva ontológica y epistemológica da cuenta como verdad solamente todo lo que acontece en ese nivel. Se olvidan que el ser humano es mucho más que razón: es emoción, sentimiento, histórico, cultural, volición, etc. Entonces, se produce un quiebre y distanciamiento académico y de investigación con relación al ser humano y de sus múltiples realidades, no por una cuestión fortuita, sino muy bien intencionadas en abrazar solamente un modelo de conocimiento al no permitir o valorar la presencia de otros enfoques de investigación científica, que buscan comprender al ser humano en su condición de ser persona existencial.

El paradigma del neopositivismo, es la expresión inapelable para una mayoría de los investigadores de las universidades y son considerados como los “expertos y dueños” de los conocimientos. Ellos absolutizan la supuesta soberana razón (la sin razón) como la única facultad del ser humano que garantiza el conocimiento. Si no es del tipo de conocimiento especular y manipulado, señalan que son falsos. Popper es el santo idolatrado de esa doctrina, quien afirma: “Utilizamos “racionalismo” para indicar , aproximadamente, una actitud que procura resolver la mayor cantidad posible de problemas recurriendo a la razón, es decir, al pensar claro y a la experiencia más que a las emociones y a las pasiones” (Popper en Lores Arnaiz, 2004, p. 35). Sin embargo, el mismo Popper reconoce que el ser humano es más expresión de los sentimientos que la razón:

Nosotros mismos y nuestro lenguaje ordinario somos, en conjunto, más sentimentales que racionales; pero podemos tratar de ganar en racionalidad y podemos acostumbrarnos a usar nuestro lenguaje como instrumento, no de autoexpresión (como dirían nuestros románticos educadores) sino de comunicación racional. La adopción del racionalismo significa, además que existe un medio común de comunicación, un lenguaje común de la razón; ella establece algo así como una obligación moral para que ese lenguaje, la obligación de conservar los patrones de claridad y de usarlos en forma tal que aquél retenga todo su vigor su función de vehículo del razonamiento (en Lores Arnaiz, 2004, p. 38).

Pero, ¿cuál es la concepción de Popper sobre la razón? Francisco Miro Quesada (2004) señala así:

La razón es la facultad de la crítica (por eso llama a su racionalismo, “racionalismo crítico”), la esencia de la crítica consiste en poner a prueba las teorías (cualquiera que sea su tipo; una teoría que no pueda ponerse a prueba no nos ofrece ninguna posibilidad de conocimiento), la creencia racional es aquella que se basa en el método de la conjetura y la refutación; la lógica es fundamental en la crítica de las teorías y no parece dudosa” (p 61).

Concluyendo este apartado sobre la ontología objetivista se censura por negar otras facultades esenciales del ser humano. Olvida que la lógica existencial de la persona en gran medida, responde a la lógica volitiva, sentimental, cultural, etc.; y ellos son los componentes necesarios para la formación de la cultura del ambiente existencial, éste constituyéndose como la férula sociocultural que da sentido a la vida cotidiana.

Desde Descartes, la razón es la única facultad posible para garantizar los descubrimientos de la verdad y que son válidos para todos los seres humanos. Cada vez más, este modelo se adentra en las universidades y se distancia del ser humano. Desde este material se pregona que el ser humano no es posible solamente con una mera construcción abstracta, idealizada, universalizada; y, con sospecha, intencionada inclinándose a favor de una minoría. Nadie puede dudar que la vida humana acaece, de una manera distinta, en cada existencia. Esa existencia sella a cada ser humano sus posibilidades existenciales en su mundo de vida. Entonces, se puede hablar que las posibilidades de vida para cada persona y cada grupo social son diferentes y jamás se puede homogeneizar de una manera igual para todos. Es como dice Lenoir (1993 en Sánchez M. et al., 2016, p. 13):

La primera dificultad que el sociólogo encuentra tiene que ver con el hecho de que él está ante representaciones preestablecidas de su objeto de estudio que inducen la manera de aprehender y, por lo mismo, de definirlo y concebirlo (…). De estas representaciones, lo que se presenta bajo la forma de un “problema social” tal vez constituya uno de los obstáculos más difíciles de superar. Los “problemas sociales” están, en efecto, instituidos en todos los instrumentos que participan en la formación de la visión común del mundo social., ya se trate de los organismos y de las reglamentaciones que tratan de resolverlos, ya se trate de las categorías de percepción y de pensamiento que les corresponden”.

En suma, este modelo ontológico abrazado en las universidades no permite llegar al ser humano y, por otro lado, modela un ser único y es forzado a todos para ser iguales. El modelo, que se cree, está más cercano al ser humano es el construccionismo.

Perspectivas del construccionismo social

Las perspectivas construccionistas tienen como fundamentos a las teorías de Herber Blumer (1971). Para el sociólogo norteamericano, Herbert Blumer (1971 en Sánchez M. et al., 2016, p. 14):

Los problemas sociales son fundamentalmente “productos de un proceso de definición colectiva en lugar de existir independientemente como un conjunto de disposiciones sociales objetivas con una constitución intrínseca (…) justificaba que el enfoque basado en el estudio de condiciones objetivas era erróneo. En primer lugar, porque, en su opinión, lo que realmente hacen los sociólogos es percibir los problemas sociales una vez que son reconocidos como tales por y en la sociedad, pero no antes – de hecho, Blumer sostenía que la teoría sociológica por sí sola había sido incapaz de detectar o identificar problemas sociales - .En segundo lugar, porque un problema social existe, ante todo, en términos de cómo es definido en una sociedad y no en virtud de las características de una condición objetiva dada. Y, por último, porque la manera en la que las sociedades tratan de resolver los problemas sociales tiene poco que ver con aplicar sin más los remedios que un supuesto análisis objetivo sociológico del problema pudiera aportar: bien al contrario, Blumer consideró que el proceso real utilizado para abordar un problema social era resultante de intereses, intenciones y objetivos divergentes y conflictivos, frente a los que un estudio de las condiciones objetivas del problema contaba poco (p. 14).

Para Blumer (1971, p. 301, Citado por Trinidad Requena, A. y Sánchez Martínez, M. 2016): “la realidad problemática es en proceso de definición colectiva lo verdaderamente importante: “ la incapacidad para reconocer y respetar este hecho constituye, en mi opinión, la debilidad fundamental del estudio sociológico de los problemas sociales”. Blumer explica que ese proceso colectivo de definición de un problema social se organiza en cinco fases: la emergencia del problema social, su legitimación, la movilización de acciones al respecto, la formación de un plan de acción social y la implementación de ese plan” (p.14)

Si la realidad se construye, difícilmente se puede conocer aprioris y objetivamente, entonces en ese contexto dinámico lo que permite es comprender cada momento de esa situación. En otro término, es difícil asegurar como válido la percepción de la realidad que asume la perspectiva objetivista. Ahora bien, dentro de esta perspectiva construccionista, no se puede dudar la existencia de un contexto dado, como dice Holstein y Gubrium (2003en Sánchez et al., 2016): “el reto es encontrar una manera de analizar y de dar cuenta de esos entornos contextuales dentro de los cuales se construyen los problemas sociales sin perder de vista la propia naturaleza construida de esos entornos” (p 23).

Una mayoría de las universidades no le reconocen estas ontologías como válidos; al contrario, su opción podría significar una ruptura con el grupo minoritario que las patrocina. Y más, puede ser conceptuado como el mentor y propagador de comportamientos humanos posibles de ser catalogados como criminales para la sociedad.

La perspectiva del deconstruccionismo social

Para no limitarse solamente a esta escueta presentación de los dos modelos en disputa, se presenta otros modelos que son opcionales para el entendimiento de las problemáticas sociales.

Sánchez, et. al. (2016, pp. 25-26) dicen que:

Estamos ante un enfoque amplio, que supone una ontología y una epistemología de lo social totalmente diferentes. En este caso, la realidad es una ilusión óptica, un vacío, cargado además de paradojas de imposible solución; por ello, plantearse si un problema social es una condición real de partida o, más bien, una construcción que adquiere el estatus de realidad subjetiva – por contraste con la realidad objetiva – tiene poco sentido.

Estamos en el espacio de la posmodernidad y del posestructuralismo, del rechazo a las grandes narrativas y del realce de las múltiples diferencias como lógicas explicativas del significado de lo que sucede, que no es más que un texto , uno más entre muchos otros.

Perspectivas comunitarias

Esta cuarta perspectiva, muy emergente, es una opción muy interesante para una parte olvidada y silenciada de la sociedad. Reconoce que los seres humanos están dotados con la capacidad de resolver sus propios problemas, y no esperar que extraños, llamados “ expertos” sean los que lleven la solución a sus problemas, hechos que nunca aconteció,; al contrario, la aplicación de modelos extraños tiende a tener resultados adversos.

Este modelo asume una metodología comunitaria que apuestan por la liberación – véase Ganuza, Francés, Lafuente y Garrido (2012), en la línea de la investigación participativa. La definición del problema es también central. El punto de partida es similar, las situaciones sociales son complejas y dinámicas. , y no hay soluciones totales a los problemas sociales. La definición interactiva (de liberativa) del problema es una de las cuestiones clave, y su orientación hacia la acción desde el debate de estrategias, actores y alternativas es parte esencial del modo de tratar los problemas. (p.68)

Desde la definición del problema, el modo de tratar y resolver esa situación es responsabilidad de las personas que están ahí y sufriendo dicha problemática. Lo que falta es la creación de oportunidad desde las universidades para que la gente pueda gestionar sus realidades.

Los impactos del abordaje del modelo objetivista

Sobre el abordaje de los problemas humanos y sus connotaciones sociales presentados por el modelo objetivista, Bericat (2016) trae en su artículo el aporte crítico de Weick con estas ideas:

En primer lugar, la perspectiva objetivista, problemas sociales son todos aquellos fenómenos que tienen un impacto negativo grave en una parte considerable de la sociedad. Ahora bien, más allá del grado de objetividad que pueda atribuirle a las condiciones sociales causantes del tal impacto, negativo y grave, es evidente que, en último término, la naturaleza de ese impacto ha de ser necesariamente emocional... En segundo lugar, desde la perspectiva culturalista, los problemas sociales no se conciben como efecto directo y mecánico de unas determinadas condiciones objetivas, sino como resultado de la relación existente entre, por una parte, los deseos y expectativas de la población y, por otra, los logros efectivamente alcanzados...; y, en tercer lugar, la perspectiva construccionista sostiene que no es posible ofrecer una definición ni objetiva ni culturalista de los problemas sociales. Solamente cabe constatar si un determinado fenómeno o situación es considerado de facto por algún individuo, grupo o colectividad, en algún momento del tiempo, como un problema social (p. 86-87).

En página posterior, el mencionado autor completa esas ideas, diciendo que:

Conforme avanzada el desarrollo moderno, la meta original de alcanzar la felicidad fue siendo sustituida poco a poco por el logro del bienestar material, bienestar que acabó interpretándose como mero incremento cuantitativo de la riqueza económica. A su vez, debido a la progresiva mercantilización de la vida, la riqueza material quedó finalmente circunscrita a la realidad computable en el agregado monetario conocido como PIB. En 1934, el economista ruso-americano Simon Kuznets presentó ante el congreso estadounidense este nuevo indicador, el Producto Interno Bruto, que desde hace 80 años gobierna el horizonte axiológico de las naciones del mundo (p 90).

El análisis realizado por los autores mencionados más arriba coinciden que detrás de cada perspectiva ontológica existe ciertas intencionalidades, ventajosas para un sector de la sociedad y desventajosas para otro sector. Los discursos de justificación sólo sirven para validar las disecciones en la sociedad; al contrario, lo que espera que suceda en las universidades es el prevalecer la mente y actitud amplias y reconocer la existencia de varias ontologías y dar oportunidad a cada perspectiva de aportar sus iluminaciones para la sociedad toda, vista como una realidad compleja y de cultura diferente.

Ante la estéril disputa de modelos con principios contradictorios, es menester que las universidades tengan la apertura a todas las posibilidades en la búsqueda del ser humano, comprender sus realidades sociales y proyectar soluciones. Es imperioso volver a revivir a los pensadores que la UNESCO ha propiciado para una educación del futuro. Es decir, para el siglo XXI. Se trae a modo de ilustración, unas escuetas reflexiones de Delors y Morin.

Delors, J. (1996), en su informe de la Unesco inicio de su reflexión sobre la educación señala que: “frente los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social” (p. 7).

¿Qué realidad problemática enfrenta la sociedad actualmente? El propio Delors, J. (1996) en su informe a la UNESCO dice: “Podemos entonces hablar de las desilusiones del progreso , en el plano económico y social. El aumento de desempleo y los fenómenos de exclusión en los países ricos son pruebas de ella y el mantenimiento de las desigualdades de desarrollo en el mundo continua” (p.9) y en pie de página ilustra esta afirmación (Según estudios de UNTAD, el ingreso medio de los “países menos adelantados” [560 millones de habitantes] se situaría en 300 dólares anuales per cápita, en comparación con 960 dólares en los demás países en desarrollo y 21.598 dólares en los países industrializados).

Edgar Morín (1999) por otro lado, en su reflexión en los Siete Saberes necesarios para la Educación del Futuro, en cada saber hace un llamado especial en mantener un planeta posible de seguir habitando. Para ello, lo más significativo es enseñar la condición humana, la identidad terrenal y por sobre todo, enseñar la comprensión, sin menoscabar los otros saberes. La propia macro organizacional, UNESCO, informa que no asume los principios de estos pensadores. ¿Por qué? Pues se trata de una organización que también asume cierta intencionalidad e intereses.

Sin embargo, no pocos pensadores, en el ámbito de las ciencias sociales, siguen tenazmente con su aporte crítico para bien de los que sufren el dolor humano. Así, por ejemplo, Eduardo Bericat (2016:84) señala que “Una ciencia orientada al estudio objetivo de los hechos sociales, como si fueran cosas, no podía edificarse sobre la base de una realidad tan lábil y fluctuante como los sentimientos humanos, una realidad subjetiva, individual e inconmensurable. Durante décadas, mientras el paradigma moderno y positivista de la ciencia y la racionalidad cognitivo-instrumental mantuvo intacta su legitimidad y hegemonía, las emociones fueron literalmente desterradas del análisis sociológico”.

En este contexto ha de entenderse, por ejemplo, el hecho de que Albion Small, fundador en 1892 del primer Departamento de Sociología en los Estados Unidos,..., prohibiera en 1915 la inclusión de fotografías en la American Journal of Sociology, …, de un lado, el uso de imágenes acercaba la disciplina hacia el polo documentalista de los modos descriptivos de la realidad social. De otro, la polisemia y la potencia icónica de las imágenes parecían desbordar cualquier significado preciso con el que toda ciencia necesita trabajar para obtener resultados medibles. Así que, a partir de entonces, las estadísticas sustituyeron a la documentación visual, y los números se impusieron a las imágenes.

Por idénticas razones, los sentimientos también fueron progresivamente desplazados del contenido de los estudios sociológicos. Una ciencia orientada al estudio objetivo de los hechos sociales, como si fueran cosas, no podía edificarse sobre la base de una realidad tan lábil y fluctuante como los sentimientos humanos, una realidad subjetiva, individual e inconmensurable. Durante décadas, mientras el paradigma moderno y positivista de la ciencia y la racionalidad cognitivo-instrumental mantuvo intacta su legitimidad y hegemonía, las emociones fueron literalmente desterradas del análisis sociológico” (Bericat 2000 en Bericat, 2016, pp. 83-84).

En suma, se presenta que detrás de cada problema de la realidad social existen unos principios ontológicos que legitiman qué realidades son problemas y cómo se debe entender. Igualmente, que las universidades han perdido ese sitial de ser el ágora de la reflexión y crítica sobre el ser humano y sus problemas de realidades sociales para no limitarse solamente, como dice la última cita (Bericat, 2000), en formar profesionales para el mercado.

Los impactos en la sociedad

La aplicación de perspectivas ontológicas objetivistas tiene sus impactos en la misma universidad y en la sociedad toda. Esos impactos son cada vez más pronunciados en cuanto a la pauperización de la vida de la gente y las desigualdades entre las instituciones, países y grupos sociales. Se presenta algunas citas para corroborar y fundamentar como problemas de la realidad social manifiestas.

Roberto Leher (2010), artículo publicado en Clacso trae un artículo desarrollado por Denise Leite sobre la función social de la educación superior examina desde una perspectiva poco estudiada y original: la óptica estudiantil. En “Mercados, Rankings y estudiantes consumidores: escuelas escogidas, o ¿qué dirían los compañeros de Córdoba? La autora afirma que la evaluación que persigue establecer rankings es parte del proceso con modificación, pues junto con el ranking viene el marketing que crece las condiciones de elecciones pragmáticas y utilitaristas de los estudiantes- consumidores (p. 16).

En otro artículo, Leher (1999) cuenta que: “El largo período de ajuste estructural, profundizado hacia los años noventa y aún vigente en la actualidad, alteró la posición relativa de las fracciones dominantes burguesas locales, favoreciendo a los sectores portadores más internacionalizados, con mayor notoriedad al capital portador de intereses, a los sectores agro- minerales y al sector industrial orientado a la exportación de commodities”.

Dialécticamente, fracciones de clase trabajadora también sufrieron cambios que repercutieron más intensamente en áreas de servicio (bancos, telemarketing, educación, comercio), en general, precarizando dichas actividades, y en diferentes ramas industriales, especialmente el sector metalúrgico, negativamente alcanzado por la apertura económica y la substitución tecnológica de diversas funciones. En las fábricas modernas... En virtud del fortalecimiento del agro-negocio y la extracción y transformación mineral, los movimientos campesinos y de los pueblos originarios asumieron mayor protagonismo en las luchas de clases en los últimos años (Roberto Leher, 2010, p. 19-20)

Francisco López Segrera (1999) en el artículo publicado en Clacso señala que:

Se está generando a nivel mundial, una sociedad dual , cada vez más desigual, entre naciones y al interior de éstas. La globalización se caracteriza por su asimetría: concentra la riqueza en sectores muy reducidos y conduce a la miseria a capas cada vez más extendida de la población. La globalización imperante no es incluyente y liberadora, sino excluyente y dominadora y se inspira más es la acumulación de riqueza en pocas manos que en la solidaridad humana. El 20 % de la humanidad controla el 83 % de los ingresos del mundo y el 20 % más bajo dispone solo del 1.4 % de estos ingresos. El 24 % de la población mundial vive actualmente en la miseria, ganando menos de 1 dólar diario y el 46 % dispone de menos de 2 dólares diarios. En un informe de ONU de enero 2005 se señala que más de 1.000 millones de personas (la quinta parte de la humanidad cuya cifra total es de 6.500 millones) intentan sobrevivir en el mundo con menos de un dólar al día y 2,700 millones lo hacen con dos dólares. Pasan hambre 840 millones de personas y 1.000 millones no tienen acceso al agua potable. Esta asimetría se refleja en el ámbito universitario: mientras la inversión por estudiante universitario en EEUU, en el año 2000 era de USS 20.538, en los países de África subsahariana, salvo excepciones, oscilaba entre USS 1,531 y USS 1,241 (López Segrera, F. 1999, p. 129).

Este mismo autor (López Segrera, 1999) presenta algunos datos sobre la situación de América Latina, y dice cuanto sigue:

Sabemos que América Latina y el Caribe es la región con la mayor desigualdad en la distribución de la riqueza en el planeta. La tasa de matrícula universitaria del grupo de edad entre 18 y 23 años por 100.000 habitantes era en el 2001 de un 17,4%, mucho más baja que el promedio de los países desarrollados, cercanos al 60 %. En el 2006 alcanzó la cifra del 28 % como promedio regional, desde el 3 % el Bélice hasta el 61 % en Argentina... Un ejemplo de las limitaciones y desigualdades en el acceso y en los medios de que dispone el estudiante: La Universidad de California, institución estatal, posee un cuerpo estudiantil en sus nueve campus que asciende a 250. 000 estudiantes, mientras que la Universidad Nacional Autónoma de México ( UNAM) la más grande universidad en América Latina y Caribe, registra unos 280.000 estudiantes. Pese a ser relativamente igual es en este aspecto, la disparidad en los presupuestos es sumamente elevada: mientras la primera dispone de 7.000 millones de dólares de presupuesto anual, la UNAM solo dispone de 1.400 millones de dólares, lo cual es un quinto de aquella cifra (p. 141).

Crista Weise (2010) en su artículo publicado en Clacso señala que:

Los principales impactos de la reforma, se manifiestan en la introducción de la racionalidad de la competitividad, calidad, excelencia y mercado, a través de la legitimidad establecida por el discurso y los procesos de evaluación -acreditación...y no así con modificaciones intencionadas en la estructura institucional. Por lo que los efectos aparecen desde su lado más perverso, generando impactos no previstos que, en realidad, debilitaron la precaria estructura académica. Marcaron la predominancia de la función profesionalizante, reduciendo el proceso enseñanza-aprendizaje a la mera transmisión de técnicas y conocimientos para el mercado y vaciaron la formación de su sentido crítico, comprometido y generador de ideas (p. 242).

Las citas de los tres autores presentadas coinciden en que los impactos en las definición del nuevo rol de las universidades, cual es dedicarse a lanzar en el mercado profesionales con títulos universitarios. Y, en cuanto a las desigualdades son pronunciadas con relación a las universidades de los países en el mundo y todas toman la carrera de la ubicación en el mejor puesto del ranking nacional e internacional mediante la competencia y la acreditación. Para la sociedad, las desigualdades son, cada vez, más pronunciadas.

Consideraciones finales

La escueta reflexión crítica sobre las perspectivas ontológicas de la problemática de la realidad social fundamentada en afirmaciones de variados autores apuesta que el comportamiento de las universidades de optar solamente por las perspectivas objetivistas y criticando a las otras se puede entender como algo coyuntural- tipo moda- . Por otro lado, en menos de un siglo de aplicación, deja impactos muy severos en el seno de la universidad y de la sociedad. El mercado se vuelve como el árbitro absoluto de todo lo que sucede en la universidad y en la sociedad, y todos ellos están supeditados a dos condicionantes: el dinero y el poder. Con esta opción ontológica, no hay duda, cada vez más se arrinconan a una mayoría a la pauperización, tanto los excluidos como a los que sobreviven o vegetan dentro del sistema. Se espera que en las universidades tengan cabidas todas las perspectivas ontológicas para responder a todas las problemáticas de la realidad social. Las universidades no pueden dejar de lado su misión de centrar, primeramente, sus enseñanzas en los que respecta al ser humano, en sus diferentes dimensiones.

En el mundo de la producción intelectual no pocos intelectuales anuncian alertas sobre impactos no controlables para la humanidad, si se siguen únicamente con este modelo. El aumento cada veza más de los empobrecidos y las brechas cada vez más grandes con relación a los poderosos, son productos de la aplicación de esta visión ontológica.

Referencias

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