La inmigración en el Paraguay de la posguerra del 70 en el pensamiento de tres presidentes

Pytaygua jeju Paraguáipe Ñorairõ Guasu rire ha mbo’ehapy tetã ruvichavete remimo’ã

Immigration in post-war Paraguay in 1970 in the thinking of three presidents



Erasmo González González

Universidad Nacional de Asunción



Nota del autor:

Facultad de Filosofía

[email protected]



Resumen

La derrota paraguaya en la guerra contra la Triple Alianza en 1870, dejó a un estado carente de solidez política, una población sumida en la pobreza y disminuida por las pérdidas humanas sufridas. La llegada de inmigrantes fue el ideal que llevó a los gobiernos de la posguerra a promoverla a través de concesiones y ventas de tierras. En esta ponencia se analizará las reflexiones de tres intelectuales del Paraguay que ocuparon la Presidencia de la República, quienes vertieron en sus plumas sus juicios hacia esa política de inmigración y los efectos para el estado. Esta investigación pretende contribuir a una reflexión sobre las concepciones que hubo sobre el aporte extranjero en el suelo paraguayo en el periodo 1870-1900 y sus implicancias sociales, políticas y económicas para el estado. Se compone de 4 partes, en la primera, a modo de introducción, se señala la realidad social del país y la necesidad de la inmigración promovida tanto por la prensa como por las autoridades políticas. La segunda hace referencia al pensamiento de Cecilio Báez intelectual y presidente provisional del Paraguay quien enfoca el tema de la migración en el Paraguay a inicios del siglo XX. En la tercera se menciona sobre el libro titulado Migraciones que data de 1915, de Eligio Ayala, quien fuera presidente constitucional. Los juicios del efímero presidente Natalicio González, completan el trío de intelectuales paraguayos que implantaron sus veredictos sobre el desplazamiento de extranjeros. Concluye este trabajo con una síntesis donde se estudia el contexto histórico de las tres personalidades y la influencia de sus pensamientos.

Palabras clave: Pobreza, Inmigración, Estado, Política, Territorio.

Abstract

The Paraguayan defeat in the war against the Triple Alliance in 1870, left a state lacking in political solidity, a population plunged in poverty and diminished by the human losses suffered. The arrival of immigrants was the ideal that led the governments of the postwar period to promote it through concessions and land sales. This paper will analyze the reflections of three intellectuals from Paraguay who occupied the Presidency of the Republic, who poured their judgments into that immigration policy and the effects for the state. This research aims to contribute to a reflection on the conceptions that were on the foreign contribution in the Paraguayan soil in the period 1870-1900 and its social, political and economic implications for the state. It is composed of 4 parts, the first, by way of introduction, indicates the social reality of the country and the need for immigration promoted by both the press and political authorities. The second refers to the thinking of Cecilio Baez intellectual and provisional president of Paraguay who focuses on the issue of migration in Paraguay at the beginning of the twentieth century. In the third one is mentioned about the book entitled Migraciones that dates from 1915, of Eligio Ayala, who was constitutional president. The judgments of the ephemeral president Natalicio González, complete the trio of Paraguayan intellectuals who implanted their verdicts on the displacement of foreigners. This work concludes with a synthesis where the historical context of the three personalities and the influence of their thoughts are studied.

Keywords: Poverty, Immigration, State, Politics, Territory.

Mombykypyre

Paraguái ho’a rire Triple de la Alianza renondépe yma 1870-pe niko Estado opyta okuchupaite, tetãyguakuéra katu ipokãmbaite ha opyta ipo iñakã ári. Umi mba’e renondépe, tetã rendotakuéra omokyre’ỹ pytagua jeva ko tetãme, ha ombohape ichupekuéra ijeju ha ohepyme’ẽ yvyeta umi oúvape. Ko haipýpe oñehesa’ỹjóta mba’éichapa ohecha pytaygua jeju mbohapy tapicha akãporã ojupiva’ekuéva Tetã Ruvichavetéramo, ohaiva’ekue pytaygua jeju ko tetã ñembohape rehe. Ko tembikuaareka rupive oñemyaesakãse mba’éichapa ojehecha pytaygua jeju ko tetãme ary 1870 guive 1900 peve, ha mba’épa ogueru tetãyguakuéra, política ha economia-pe Estado-pe uarã. Irundy hendápe oñemboja’o. Tenonde, oñemoñepyrũ mbotávo, ojehechauka mba’éichapa oĩ tetã upéramo ha pytayguakuéra jeju omokyre’ỹva prensa ha mburuvichakuéra. Vore mokõihápe oñehakã’i’o Cecilio Báez remimo’ã; ko tapicha niko iñaranduva’ekue ha avei tetã ruvichavetekue sapy’ami; ohesa’ỹjo pytagua jeva Paraguáipe sa’ary XX oñepyrũvo. Vore mbohapyhápe oñeñe’ẽ aranduka hérava Migraciones rehe ohaiva’ekue 1915-pe karai Eligio Ayala, tetã ruvichavetekue Léi Guasu rekópe. Karai Natalicio González, ojupiva’ekue tetã revichavetéramo sapy’ami hína tapicha arandu mbohapyha ohesa’ỹjova’ekue pytagua jeju Paraguáipe. Ko tembiapo oñemboty potávo, mbyhykáicha oñe’ẽ mba’éichapa oĩhína ko tetã umi mbohapy tapicha oikoveha javeve ha moõ mevépe hemimo’ãnguéra ouahẽ.

Mba’e mba’e rehepa oñe’ẽ: Mboriahu, jeva, Estado, Política, Territorio.



La inmigración en el Paraguay de la posguerra del 70 en el pensamiento de tres presidentes

El presente artículo se propone establecer comparaciones entre los pensamientos de tres gobernantes paraguayos que analizaron la situación del país después de la contienda contra la Triple Alianza, en torno a la llegada de inmigrantes a estas tierras y los actos de los gobiernos de turno para contribuir a desarrollar el país mediante la presencia extranjera.

Existe bibliografía calificada sobre el tema, sin embargo este artículo tiene como objetivo confrontar las ideas de tres intelectuales que ocuparon la presidencia del país sobre la política migratoria del estado, de acuerdo a los libros escritos por los mismos. Los problemas que de la migración derivan, como el uso de la tierra y los privilegios otorgados hacia los inmigrantes, también la propaganda hacia las bondades naturales del territorio paraguayo, son los temas mencionados. Los presidentes citados en este trabajo, representan figuras políticas relevantes en la historia nacional, no solo por el cargo que ocuparon, también por sus ideas que cimentaron ideologías en tornoa la doctrina de los principales partidos políticos del país.

El anhelo de la llegada de inmigrantes en el Paraguay derrotado

Cuando en 1870, se sancionó la Constitución, el estado paraguayo deteriorado y carente de recursos humanos y financieros, optó por la llegada de inmigrantes extranjeros como forma de subsanar las terribles heridas que ocasionó la guerra contra la Triple Alianza. La propia Carta Magna reconoció en su artículo 6 que el Gobierno: “… fomentará la inmigración Americana y Europea y no podrá restringir, limitar, ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio Paraguayo de los estrangeros (sic) que traigan por objeto mejorar las industrias, labrar la tierra e introducir y enseñar las ciencias y las artes”1.

La caótica situación económica obligó a los gobiernos de posguerra a tratar de estimular la inmigración, como forma de remediar el atraso económico. No fueron pocos los afanes a la que se abocaron las autoridades de aquella época y los periódicos que también reclamaban la llegada de inmigrantes en el Paraguay.

La situación del Paraguay en los inicios de la posguerra es descripta por el periódico Fénix:

Los campos de labranza están abandonados, los sembrados devastados, y los habitantes de la campaña despreciando las labores agrícolas, cuidan únicamente de meterse en el monte para escaparse al reclutamiento, que en la campaña como en la ciudad cada día se vuelve á hacer con una energía y arbitrariedad hasta hoy desconocidas (Fenix, Año, p. 1).

Un ejemplo del interés de fomentar la inmigración lo encontramos en el informe del Presidente Cirilo Antonio Rivarola (1870-1871) quien en su mensaje al Congreso Nacional, el 25 de febrero de 1871, expuso la necesidad del engrandecimiento del Paraguay en base a la llegada de extranjeros, para lo cual:

hace un llamado por la literalidad de su Constitución y la riqueza de su suelo, á todas las aspiraciones honestas de los hombres del mundo entero, siempre que se consagren al trabajo fuente del orden y la prosperidad; espera en breve ver afluir la inmigración, a la que mi gobierno prestará, el más positivo y decidido apoyo, porque en estos tiempos, la inmigración cuando es buena, representa el movimiento regenerador de los pueblos modernos, significa la confraternidad universal en la práctica (Rivarola, 1871, p. 16).

La petición de inmigración lanzado por el Presidente Rivarola fue la constante en varios mensajes presidenciales de la posguerra. Así, en 1881 Bernardino Caballero, en carácter de Presidente Provisional emitió su mensaje al Congreso Nacional, donde ponderó la importancia de la tranquilidad política en que se encontraba el Paraguay y la ventaja que eso representa para promover la inmigración. Sostuvo el presidente Caballero: “…Después de la pasada guerra, nuestra población ha quedado muy reducida y aun notablemente desproporcionada con relación a los sexos. El aumento de ella tiene en este caso que ser lenta, así como el desarrollo de la producción. Tenemos, pues, necesidad de aumentar nuestra población por medios artificiales, concediendo liberalmente al colono que venga á establecerse aquí tierras y las mismas ventajas que se le acuerdan en otras partes (Caballero, 1881, p. 5.

Naturalmente, la inmigración fue también auspiciada por la prensa, no fueron pocos los medios escritos que pregonaban el fomento de la inmigración. Como fundamento de esta afirmación, mencionamos al periódico La Ilustración Paraguaya que enunciaba en una de sus publicaciones:

En la agricultura está el secreto de la prosperidad; pues la industria vendrá más tarde como consecuencia de aquella. Y para impulsar la agricultura necesita comenzar por establecer una corriente de inmigración que venga á poblar y transformar los desiertos, siguiendo el ejemplo altamente edificante de los argentinos y uruguayos que no han economizado sacrificios para lograr su objeto, no sin alcanzar resultados asombrosos que ahora causan la admiración de los pueblos que más rápidos adelantos han realizado en este siglo (Ilustración Paraguaya, 1888, p. 30).

La necesidad de repoblar el territorio paraguayo, sumado a la urgencia de generar recursos económicos apuntó en el interés de los gobiernos de posguerra en atraer a inmigrantes de Europa. Refiere Liliana Brezzo:

.luego de la guerra se supuso que la inmigración de brazos europeos habría de ayudar al repoblamiento del país y haría crecer en proporción geométrica la producción agrícola de rubros exportables al mercado mundial. Al mismo tiempo, este flujo inmigratorio forzaría un mayor rendimiento de la fuerza de trabajo nativa… (Brezzo, 2011, p. 20).

Merced a esa situación los gobiernos de posguerra establecieron políticas tendientes al fomento de la inmigración, como medio de solución a la lacerante realidad de la sociedad paraguaya que sufría los efectos de la pobreza y la desorganización.

Así, se promulgaron leyes, concesiones y tierras para el fomento de la inmigración, no obstante la expectativa de la llegada de inmigrantes llegados al Paraguay fue menor si se compara con los países vecinos.

Se reorganizó la Oficina de Inmigración, creada en 1872, encargada de la promoción de que los inmigrantes agricultores lleguen al Paraguay. Posteriormente, en 1888 se creó el Departamento General de Inmigración donde los extranjeros tuvieron grandes beneficios. Entre los beneficios estuvo:

la entrega de 16 cuadras cuadradas de tierra a cada agricultor. A esto se agregaron la exoneración de impuestos por 10 años, liberación de derecho de importación a las pertenencias particulares y de trabajo pasaje gratuito desde el lugar de embarque hasta la futura colonia, alimentación y albergue durante 6 meses, prorrogable por otros 6 meses más; herramientas de labranza, animales y semillas gratuitas por el mismo período de tiempo. A pesar de esta serie de beneficios muchos de los inmigrantes volvieron a abandonar el país (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2003, p. 9).

Sin embargo, la llegada de inmigrantes en el Paraguay, fue menor en comparación a los europeos llegados en Argentina y Uruguay2. Esto se debió a varias causas, entre ellas se mencionan la inestable situación política del Paraguay que no ofrecía seguridad al inmigrante; su distante situación geográfica; la precaria infraestructura de vías de comunicación y transportes a más de la vulnerabilidad de las instituciones del estado con un mercado interno que no podía ofrecer interés comercial a los extranjeros3.

Las luchas intestinas por la consolidación política de los grupos en facción originaron no solo estancamiento económico y cultural, también persecuciones. En 1873, el periódico El Fénix expresó que:

Muchos de los estrangeros (sic) y mismo nacionales de aquí deportados, lo fueron por simple sospechas, sin que sobre ello haya recaído una criminalidad probada: haga el gobierno venir esos hombres, que teniendo aquí sus familias é intereses radicados en el país, están en el estrangero (sic) sufriendo mil privaciones y algunos quizá la miseria (Fenix, 1873, p. 1).

Con todo lo expuesto se puede afirmar que el estado paraguayo estimuló la inmigración, pues los recursos de la tierra podían ser complacientes con el deseo de obtener buenos réditos económicos para los extranjeros; sin embargo los diferentes gobiernos de turno no demostraron suficiente imaginación para promoverlos con otros mecanismos, el principal interés para el inmigrante debía ser la tierra, pero no existió condiciones de infraestructura ni herramientas apropiadas para la explotación de la naturaleza.

En este contexto debemos agregar que a pesar de que algunos colonos obtuvieron concesiones por parte de los gobiernos, se puede afirmar también que el aporte extranjero fue significativo no solo para la economía, también historia de la cultura paraguaya (cf. González, 2011, p. 74).

La llegada de extranjeros al Paraguay fomentó el incipiente mercado interno, con la creación de algunas industrias, sobre todo en Asunción y alrededores. Luego vendrían las grandes empresas extractivas que aprovecharían los recursos del suelo paraguayo para obtener ganancias considerables en sus arcas.

La venta de tierras y yerbales fue la política de los gobiernos de posguerra como atracción para el estímulo inmigratorio. Sin embargo, permitió la concentración de tierras, y por ende el despojo de la principal riqueza que tenía el Paraguay para aquellos habitantes que no tenían recursos para adquirirlas.

Importante es recordar que la idea de modernidad asociada a la llegada de inmigrantes europeos fue el paradigma de los intelectuales de posguerra, pues mediante su presencia se estaría civilizando a los pueblos americanos.

Cecilio Báez

Llegó a la presidencia de la República del Paraguay, en carácter provisional, tras la deposición de Juan Bautista Gaona (1904-1905). Fue uno de los fundadores del Centro Democrático o Partido Liberal, un pensador político consustanciado con las ideas liberales, e intelectual influenciado con la corriente positivista (cf. Silvero, 2011, p. 52).

Escribió aproximadamente 15 libros, entre ellos La Tiranía en el Paraguay, Ensayo sobre el Dr. Francia y la dictadura en Sudamérica, Cuadros históricos y descriptivos, Historia Diplomática del Paraguay. En este trabajo se ha analizado la obra El Paraguay Moderno en coautoría con el argentino José Rodríguez Alcalá, material que se publicó en 1915. En esta publicación se realiza una propaganda sobre las ventajas de la naturaleza del territorio paraguayo para la llegada extranjeros.

En el capítulo dedicado a la inmigración y colonización de El Paraguay Moderno, se enfatiza sobre las bondades de una tierra de fácil adaptación social y económica para el extranjero. Báez explicó:

Puede afirmarse que no hay país en América que ofrezca las condiciones del Paraguay para el arraigo y la prosperidad de una inmigración laboriosa. Tierra fértil, clima saludable, riquezas sin explotar-todo hace fácil la vida aquí. En otro de orden ideas, una organización social sin prejuicios esencialmente democrática, en la cual cada uno ocupa el puesto que le corresponde por su valer personal, pudiendo el inmigrante llegado ayer escalar hoy culminante figuración, estimula una adaptación rápida y abre horizontes amplios al empuje de los espíritus animosos (cf. Báez, 1915, p. 67).

No puede dejar de llamarnos la atención de estos escritos de Báez, pues ello denota que al momento de cotejar esa perspectiva, el país estaba adquiriendo estabilidad política, después de las tremendas guerras civiles registradas entre 1904 a 1912. El propio Báez había criticado los desórdenes políticos del país en el pasado, y como se ha dicho, él llegó a la presidencia mediante la deposición de un Presidente.

Báez, cuyo pensamiento se caracterizó por mostrarse intransigente hacia los gobiernos del pasado, sobre todo la de don Carlos A. López y su hijo Francisco Solano criticó severamente la actuación de los gobernantes de preguerra: “Han transcurrido 32 años de aquella sangrienta hecatombe, y el Paraguay sigue siendo un país muy oscuro entre las naciones, porque los barbaros que dominan el poder siguen el sistema de los López en el manejo de la cosa pública” (Báez, 1903, p. 155).

Evidentemente, Cecilio Báez, apostó sus esperanzas en el capital extranjero como medio de poder desarrollar al Paraguay de posguerra; nación sumida en la pobreza y aquejada por gobiernos dictatoriales del pasado, situación que solo sería remediada con personas amoldadas en otro contexto cultural, más acorde a lo europeo, como se estilaba en aquella época. Cecilio Báez fue un duro crítico de los gobiernos tiránicos.

En cuanto a la labor del inmigrante a la llegada del país, después de la guerra contra la Triple Alianza, el material de Cecilio Báez publicita los beneficios obtenidos por los extranjeros en tierras paraguayas, y la trascendencia social de los descendientes:

Acaudalados propietarios, ricos comerciantes, hacendados en cuyas vastas dehesas pacen millares de animales, verdaderas potencias financieras, en fin, son los mismos que veinte o treinta años atrás pusieron un día los pies en tierra paraguaya sin más capital que su decisión y sus arrestos para la lucha, su juventud y su fuerza. Orientados cada cual en el sentido de sus inclinaciones y muchas veces en el que le señaló el acaso, ellos son de los que poblaron la campaña desierta, de los que contribuyeron con su esfuerzo a plantar los primeros jalones del progreso nacional, vinculándose, ya para siempre a los destinos del país. Sus hijos descuellan hoy, en muchos casos, en la vida pública o ilustran los nombres, ayer obscuros, en el ejercicio de carreras universitarias (cf. Báez, 1915, p. 67).

Con pocas esperanzas en sus compatriotas para remediar la situación del país; Báez no encontraba a “nadie capaz de asumir los negocios del estado ni que lograr influenciar positivamente en sus conciudadanos” (Báez, 1903, p. 155).

Por lo que Cecilio Báez no dejó de cifrar esperanzas en los inmigrantes, sobre todo los europeos para recomponer el orden social y mental de los paraguayos, aquejados por el pasado de tiranía la que se vieron expuestos, desde la época de la colonia. El peso de los gobiernos dictatoriales influenció notablemente, en la sociedad paraguaya, y lo sumió en la pobreza, en la anarquía política con caudillos ignorantes e ineptos en el manejo del gobierno, pensaba Báez.

Por ello, llegó a afirmar: “Si a la larga se produjera una revolución, sería traída por los paraguayos que ahora se educan en Europa, o sería la obra de una invasión extranjera de un ejército paraguayo en campaña en el exterior…” (ibídem).

Con respecto al material de análisis, El Paraguay Moderno, se debe tener presente que al momento de publicarse ese material, se registraba la Primera Guerra Mundial, lo que representó un aumento de la inmigración europea hacía América, cuyos gobiernos y obviamente el Paraguay esperaban de los inmigrantes “sostenibilidad económica y moral.”

En esa circunstancia se realizó la publicación de inmigración desde la óptica de Cecilio Báez. Su propaganda sobre la necesidad de la inmigración se basaba en el bajo costo de las tierras, y advertía de las ventajas de estar asentados cerca de las vías de comunicación a fin de la facilidad en la salida de los productos agrícolas. Aunque reconoció que la falta de comunicación en el interior es una de las “…grandes rémoras del Paraguay”.

Según el informe del Ministerio de Relaciones Exteriores: “En el exterior apareció por esa época una propaganda en contra de la emigración -de británicos específicamente- al Paraguay, teniendo como precedente los fracasos de las anteriores colonias, y así retener la mano de obra de las industrias de los países ya desarrollados…” (2009, p. 11).

Báez enfocó su interés en la llegada de los agricultores, argumentando lo siguiente:

Dos cosechas en un mismo año han dado las tierras del Paraguay más de una vez y también dos de frutos exquisitos, sinque una desmereciese de la otra. La misericordia es un mito en un país así. Ella jamás ha hecho presa en los hogares de nuestros labriegos. Si alguna calamidad malogra los sembrados- la sequía, muy rara, o la langosta, más rara aún, ahí está la tierra, la noble tierra inagotablemente generosa que dará otra cosecha a tiempo (1915, p. 69).

El desarrollo de la inmigración en el Paraguay podría acabar con las amenazas que pesaban sobre le industria, el comercio, lo que desembocaría en la guerra del hambre y la barbarie.

Para Cecilio Báez la sociedad solo progresaría con la llegada de inmigrantes, sobre todo europeos, y la tierra paraguaya mejoraría su productividad con el arribo de los extranjeros en el territorio mencionado.



Eligio Ayala

Si bien Eligio Ayala, ocupó provisionalmente la presidencia en 1923, llegó al mencionado cargo, en 1924, como presidente constitucional. Su gobierno (1924-1928) es recordado en la historia política del Paraguay, como un ejemplo de eficacia, honestidad y patriotismo, cualidades que glorifican la imagen de este gran estadista (Gonzalez de Bosio, 2011). Militante del Partido Liberal, el doctor Eligio Ayala tuvo entre sus escritos Migraciones, escrito en Suiza en 1915, obra a la cual nos referimos seguidamente (Ayala, 1941, p. 43).

Migraciones

Esta obra es una severa crítica a los gobiernos de posguerra. A quienes se acusa de haber desarrollado políticas que acarrearon odios entre paraguayos. Afirmó Ayala “…Todos vivían engañados unos por otros. No contentos con ser hombres quisieron ser políticos y se convirtieron en fieras; ofrecieron el afligente espectáculo de hermanos que se desgarran unos a otros por quimeras, por prejuicios y resentimientos estúpidos (1941, p. 43)”.

Eligio Ayala deduce que la praxis política en el Paraguay acarreó emigraciones de mano de obra paraguaya al exterior, cuya consecuencia fue favorable para los estados receptores porque generaron desarrollo industrial. Así reprochó a los gobernantes paraguayos pues:

A medida que disminuía la población, crecía el esfuerzo por aumentarla. Pero en vez de aumentarla con atajar la emigración, con extirpar sus causas, hacían desesperados esfuerzos por atraer la inmigración extranjera. No concibieron que si a los paraguayos no les convenía permanecer en el país, y emigraban, con mayor razón emigrarían los extranjeros (ibid, p. 47).

El autor de Migraciones trató de irracional e insensato a los gobiernos que querían atraer la inmigración, dejando de a un lado las causas que expulsan al paraguayo de sus tierras, entre cuyas causas se encontraba la ruina económica, la falta de desarrollo industrial, la politiquería aplicada en la sociedad.

Ayala no dejó de acusar a la política por los males de la sociedad, y los efectos negativos para el aumento de la población, tanto de nacionales como de extranjeros. Argumentó que: “En el Paraguay no existe todavía ninguna actividad industrial. La única industria nacional, es la política, pero ella es destructiva…La burocracia, la politiquería absorben sumas colosales estérilmente, descuentan una gran parte de nuestra enfermiza producción” (ibídem).

En uno de sus mensajes al Congreso, el presidente Ayala declaró la deplorable situación del Paraguay después de la guerra contra la Triple Alianza y la incapacidad de la población de explotar la riqueza de su suelo:

La guerra diezmó a la población, destrozó los instrumentos de la producción, extinguió el capital nacional y amedrentó el capital extranjero, tan sensible a la inseguridad y a la amenaza. Solo las tierras resistieron la ola devastadora. Extensos bosques, grandes yerbales, magníficos campos de pastoreo, fértiles tierras aptas para la labor agrícola, henchidos de savia, de energías productoras, de rigor de juventud, contrastaban con los restos mutilados del pueblo paraguayo. El estado paraguayo no se encontraba en condiciones de explotar las riquezas naturales. Faltaba el trabajo, el capital, el mercado y la aptitud para producir (1926, p. 46).

En su función de Presidente de la República, en 1926, en el discurso anual al Congreso, Eligio Ayala lamentó el hecho de que las tierras fueron mal vendidas a los extranjeros ya que sus resultados no fueron favorables para los agricultores paraguayos:

Las tierras no fueron explotadas ni cultivadas. Algunos pocos extranjeros las monopolizaron y esperaban tranquilamente su valoración espontánea, sin preocuparse de explotarlas. Los agricultores paraguayos no recibieron ni un milímetro de esas fértiles tierras, arrojadas pródigamente por el estado a las manos de unos pocos especuladores (1926, p. 48).

De hecho el estado paraguayo, no tuvo recursos económicos, ni humanos para lograr beneficiarse con la riqueza del suelo. Eso significó que no todos los proyectos de inmigración fueron eficaces.

A diferencia de Cecilio Báez, quien mencionó los beneficios que el suelo paraguayo le prodigó a los extranjeros y las ventajas que obtuvieron en el país, Eligio Ayala sostuvo:

Llegaban los inmigrantes al Paraguay, no encontraban condiciones económicas favorables para el ejercicio de sus profesiones, carecían de aptitudes para las ocupaciones provechosas en el país, y por supuesto, en vez de la soñada felicidad, encontraban una desesperante realidad. Regresaban a su patria desengañados, chasqueados, furiosos contra el Paraguay. El gobierno perdía la plata, los inmigrantes, las tierras fiscales, y su crédito y adquiría una pésima reputación. En realidad el Paraguay pagaba a los agentes de su propio desprestigio… (1941, p. 47).

La afirmación de Eligio Ayala, nos demuestra que no todos los inmigrantes llegaron y progresaron en el Paraguay, muchas colonos tuvieron que salir decepcionados del país, y no fue raro las tensiones entre el gobierno de turno y los colonos.4

Un hecho a destacar en la obra de Eligio Ayala es su postura sobre la llegada de inmigrantes al territorio paraguayo como forma de solucionar los problemas socioeconómicos, pues no representaría ninguna solución a la crisis económica que fue a causa de “…La paralización de la actividad productiva económica, la decadencia agrícola, la indigencia industrial, la política, son las fuerzas que han decretado la expulsión de la población. La emigración es el efecto, no la causa de nuestra ruina económica” (1941, p. 47).

Ayala enfatizó en la necesidad de solucionar las causas que acarrean malestares socioeconómicos en la sociedad, como el tema de la migración. Abandonando prejuicios políticos con un sistema adecuado de educación, Eligio Ayala propuso un

sistema racional de educación agrícola, una organización practica adecuada del crédito, de las asociaciones cooperativas, de los medios de transporte, una oportuna legislación obrera e impositiva, que eleven las condiciones de vida de la población rural, podrían también, en un largo período de tiempo, reconstruir la constitución agraria, remoldear la repartición del suelo (ibid, p. 74).

Inclusive apuntó que sería erróneo prohibir la emigración de paraguayos, pues se le estaría negando la posibilidad de acceder a una mejor condición de vida. Inclusive afirma que “La reinmigración de los paraguayos sería, también contraproducente, mientras subsistan las causas que les impulsaron a emigrar” (ibid, p. 48).

En ese sentido aclaró: “Las migraciones no se atajarán en el Paraguay con grandes palabras, con fórmulas absolutas, universales, basadas en generalizaciones huecas, abusivas, audaces, en esa especie de patinaje científico, que resala sobre la superficie de los hechos, y no penetra en el fondo” (ibid, p. 32).

Con lo que se puede deducir que Ayala planteó el problema de la migración en el Paraguay como consecuencia de una mala clase política inepta e injusta, una sociedad aquejada por los males que las autoridades contribuyeron a solidificar, y el resultado de la propia visión del campesinado en su forma de vida:

Hay que extirpar el prejuicio de las almas, hay que crear nuevos ideales de vida, hay que reorientar, remoldear la psicología colectiva. Es mayor lo que es preciso destruir que lo que es preciso crear, reformar en el Paraguay. Antes de sembrar, hay que extirpar la maleza, para que la semilla arraigue (ibid, p. 62).

Para Eligio Ayala, no se puede incentivar la llegada de inmigrantes si no se mejorara las condiciones económicas del país, pues de esa condición depende la afluencia extranjera. El fracaso sería el resultado seguro de una política de inmigración en el Paraguay de los primeros lustros del siglo XX.

Natalicio González

Si bien fue electo constitucionalmente Presidente del Paraguay en agosto de 1948, solo gobernó cinco meses. Pensador perteneciente al Partido Colorado, será recordado por su posición de reivindicador de la historia guaraní, la época de Francia y los López, fieles herederos de lo que González llamara “El estado autóctono” (cf. Arce Farina, 2011). Publicó varias obras entre las que se encuentra El Milagro Americano, Geografía del Paraguay, El Paraguay Contemporáneo, “El Paraguay Eterno”, esta última servirá de referencia para interpretar el concepto de González sobre la inmigración.

González desarrolló un pensamiento influenciado por la corriente nacionalista. En su opinión el Paraguay fue antes de la guerra un estado donde hubo “…armonía profunda entre el régimen de los López y los ideales de su pueblo…”. El Paraguay de preguerra fue de valores autóctonos, de patriotismo y solidaridad, cualidades que encontraron freno con la Constitución liberal de 1870, cuando el estado liberal realiza políticas en contra de la nación autóctona, la nación de Francia y los López.

En ese sentido, Natalicio González expuso que el liberalismo, instalado en el poder a partir de 1870, trató de imitar las ideas de Alberdi, quien consideró que el hombre europeo importa hábitos de trabajo para crear la prosperidad del hogar. González acusó a los ideólogos liberales por pretensiones de querer formar colonias en suelo paraguayo. Al respecto sostiene: “...Encariñados con las doctrinas exóticas, estos ideólogos no advierten la realidad circundante. No echan a ver que la población paraguaya no es pastoril sino agricultora, y que pocos pueblos de América se sienten tan profundamente arraigados como el paraguayo en el viejo solar de sus mayores…” (1986, p. 129).

El autor de El Paraguay Eterno aclaró que la inmigración debe ser estimulada por el Paraguay, pues de no ser así “…Tal conducta sería contraria a su conveniencia como el carácter benigno y hospitalario de sus habitantes.” (González, 1986, p.). Sin embargo sostuvo que el gobierno de turno no tenía motivos para otorgarle ciertos privilegios:

Pero tampoco tiene porque gastar un solo céntimo para atraer en su seno a la masa sobrante de la población europea, y mucho menos crearle un estado de privilegio sobre los nativos….El pueblo contribuye para que el Estado utilice sus recursos en beneficio de la población nativa y no para crear la felicidad de los europeos; y el verdadero fin de la nacionalidad consiste en conservar su genio, en desenvolverlo a través de seculares experiencias, creando una civilización autóctona que enriquezca con un nuevo sentido de la vida del acervo común de la humanidad (ibídem).

Natalicio afirmó que el fin de la nacionalidad no se podrá realizar si se invierten los recursos del estado para fomentar la inmigración, se debería invertir en la salud, la revalorización económica del país, la difusión de la enseñanza primaria y la importación de técnicos.

González criticó a las autoridades de la posguerra de 1870 por favorecer a un sistema liberal que busca el bien individual, servir a los extranjeros y dejar de lado los valores que cimientan la grandeza del Paraguay. Afirma que el Estado Liberal:

A su amparo, sectario, congregaciones religiosas y colonias extranjeras fundan escuelas de donde a veces se excluye hasta el uso del idioma oficial y donde se forma a la niñez en el culto de las tradiciones extranjeras. Los hijos de inmigrantes retardan en esa forma su incorporación integral a la paraguayidad y en los nativos se atenúa el sentimiento castizo de la raza… (ibidem).

En ese contexto, González acusó al gobierno liberal de amparar la inmoralidad y todo lo que encarne lo antiparaguayo. Básicamente sostiene que la nación representa al estado paraguayo y debe destruir al estado liberal que oprime y desarticula de los verdaderos fines del “…ente moral, animoso y creador…”, que es del Paraguay.

Por lo que la llegada de los inmigrantes no fue beneficiosa para la nación, según los escritos de Natalicio González, pues se sustentó en la ocupación de las tierras:

Los especuladores argentinos, ingleses y norteamericanos, escribe, se echaron sobre la presa, sin respetar siquiera las pequeñas porciones donde las familias guaraníes cultivaban el suelo de generación en generación, sin que hubiera tenido jamás necesidad de hacer constar sus títulos de propiedad: se formaron sindicatos de compradores que adquirieron los terrenos por decenas y por centenas de miles de hectáreas a fin de revenderlos por el décuplo o el véintuplo de su valor…En pocos años los vastos desiertos fueron adjudicados a propietarios ausentes, y en adelante, ningún campesino paraguayo podrá cavar el suelo de la patria sin pagar rentas a los banqueros de Nueva York, Londres y Ámsterdam… (ibid., p. 101).

Contrario a la afirmación de Cecilio Báez, quien auspició la llegada de europeos y la imitación de sus estilos de vida; Natalicio González sostuvo: “Como toda barbarie, la liberal es profundamente inculta. Sus ideólogos simulan pensar, colmando el vacío mental de que padecen con posturas simiescas. Repiten el gesto extranjero, el ideario extranjero, las actitudes extranjeras, con gravedad de grandes monos amaestrados (ibid, p. 103)”.

González insistió en el error del sistema liberal de querer adecuar estilos de vida importados del extranjero en el Estado Paraguayo. En ese sentido critica a Cecilio Báez por combatir todo lo antiparaguayo: “El ideal de estos ideólogos era desnaturalizar a la Nación, para rehacerlo conforme al patrón importado, al modelo exótico de moda…” (ibid, p. 66).

Con esto se puede deducir el pensamiento natalicista sobre la influencia extranjera en el Paraguay de posguerra, que consistió en la instauración de una política contraria a los intereses del estado paraguayo, quien perdió todas sus riquezas que pasaron a manos de empresas extranjeras. Así se originó “La lucha entre Paraguayos y gubernistas”.

En otra de sus obras, El Milagro Americano, Natalicio González mencionó que el periodo de posguerra en el Paraguay representó el ciclo de la segunda colonia; pues

la mayor parte de las fuentes básicas de la riqueza continental había pasado a manos del extranjero, y no eran ya los nativos, sino otra vez los advenedizos, quienes ejercían las funciones técnicas que presuponen la creación de una cultura. Habíamos perdido el dominio de los instrumentos de liberación, de autonomía, y silenciosamente se inició el ciclo de la segunda Colonia, de la Colonia invisible, que se caracteriza por la explotación de países que gozan de aparente independencia, por imperios tentaculares que nutren su poderío con la riqueza extraída de estos nuevos tipos de factorías disimuladas (1983, p.).

Evidentemente, el periodo de posguerra fue uno de los más nefastos de la historia paraguaya, según el pensamiento de Natalicio González, la presencia del Estado Liberal sucumbió a la nación, por dar prioridad no solo a los capitales extranjeros, también a su cultura y hábitos de vida que pretendían imponer mediante leyes que distaban de la realidad del Estado Paraguayo.



Conclusiones

La necesidad de repoblar el país caracterizó las medidas adoptadas por los gobiernos de la posguerra contra la Triple Alianza, quienes dedicaron considerables esfuerzos para fomentar la inmigración europea y con ello desarrollar la producción nacional. Las medidas procuradas desde el estado fueron infructuosas para dinamizar la economía nacional, muchos intentos repercutieron negativamente en el fomento de la emigración extranjera al Paraguay.

En un estado deteriorado luego de la guerra, no se podía cifrar esperanzas de progreso pues las luchas intestinas que se sucedieron desembocaron en inestabilidad política que en el exterior se traducía en una imagen inestable del Paraguay, acompañado de una escueta producción industrial.

Si bien no se debe dudar de que con el correr de las décadas los pocos inmigrantes llegados aportaron conocimientos y trabajo para la masa proletaria, su labor fue significativa en distintas actividades. Solo que, ciertos extranjeros europeos eran pocos aptos para la agricultura, y esa fue la principal actividad que se quiso emprender por parte del estado de posguerra.

En esa perspectiva, Cecilio Báez lanzó sus ideas sobre la importancia de la presencia extranjera para desvirtuar lo negativo del pasado, formar paraguayos de origen europeo y encaminarlo hacia el progreso. Representaría la imagen laboriosa del Paraguay, fecunda en realizaciones con un territorio apropiado para obtener ventajas en sus actividades.

Por su parte Eligio Ayala, autor del ensayo Migraciones, descalificó el proceder de las autoridades que se esforzaban por aumentar la inmigración a costa de beneficios que en nada redituaban a las arcas del estado. Ayala entendió que la riqueza de la nación debe basarse en manos paraguayas, por lo que insistió en realizar la reinmigración de paraguayos que se encontraban alejados del terruño.

Finalmente, Natalicio González en su intento por construir un estado platónico, no guardó reproches para acusar al sistema liberal de permitir la introducción de lo exótico, de los valores que atentan contra los principios de justicia social y con ellos los nefastos resultados para la nación autóctona que quedó privado de tierra. Natalicio atacó a los inmigrantes que se radicaron al Paraguay por querer implementar costumbres que en nada se asemejaba a los paraguayos.

En este trabajo se presentó a tres intelectuales que escribieron en distintas épocas, influenciados por la realidad nacional en que atravesó el país. Un hombre como Cecilio Báez, que vivió los momentos desastrosos de la política nacional de posguerra, donde la nación frenó su desarrollo económico, cultura y producción; no pudo evitar sentirse atraído por las ideas positivistas vigentes de la época. Por lo que fue natural que su pensamiento apunte a ejemplos de desarrollo emprendido por otro tipo de sociedades, cuya población estuviese apartada de los hechos propios de la ignorancia y la opresión, características que Báez presenció en la realidad nacional.

Por su parte Eligio Ayala, alejado del país en el momento de plasmar su pensamiento en su obra, destacó los efectos de las migraciones; siendo el mismo un emigrado paraguayo en el exterior, por lo que esa situación lo pudo inspirar para describir los rasgos negativos de su país, aquejado por personalidades oportunistas que solo aportaron pobreza al no frenar la salida de compatriotas, cuya mano de obra hubiese representado desarrollo industrial en el Paraguay. Palpó una realidad en la que no tenía sentido fomentar la inmigración extranjera para aumentar la población y la producción en un país donde se registraba la emigración de sus ciudadanos y por ende disminuía en cantidad y calidad.

Mientras que Natalicio González, desarrolló un pensamiento egocéntrico de la nacionalidad, en una época donde las ideas emanadas del nacionalismo lo llevó a fomentar una imagen reivindicadora de la “raza paraguaya”. Un hecho que no debe pasar desapercibido es que al escribir El Paraguay Eterno, el coloradismo se encontraba alejado del poder, por lo que Natalicio expuso argumentos donde los valores paraguayos fueron rechazados por el régimen liberal, y que solo sus partidarios fueron los verdaderos herederos del estado autóctono, del dictador Francia (1814-1840) y los López (1844-1870), ya que solo el coloradismo lo pudo comprender. La inmigración de posguerra como hecho negativo no radicó en la llegada de extranjeros al decir de González, si lo fue por el hecho de privilegiarlos a costa de los propios paraguayos.

En cuanto a sus políticas como Presidente de la República, estos intelectuales se vieron agobiados de diferentes formas para desarrollar la política de inmigración. Vale decir que los escasos cinco meses de gobierno de Natalicio González fueron insuficientes para poder desarrollar una política de inmigración. González tuvo que preocuparse más por la inestable situación de permanecer en el poder, hecho que solo duró cinco meses.

Sin embargo, a inicios del Siglo XX, el presidente Provisional Cecilio Báez expuso al Congreso Nacional:

Para conseguir la inmigración europea, todo esfuerzo es poco, y el mayor sacrificio resulta pequeño, porque es indudable que sin ella seguirá vegetando el país por mucho tiempo, a pesar de sus grandes riquezas….Provocada la corriente migratoria en la proporción que necesitamos, quedarán resueltos favorablemente todos nuestros problemas relativos a la población, la producción, las finanzas, y también los de carácter social y político (1987, p. 19).

Apuntó el presidente Báez:

No debemos ahorrar nada hasta lograr este resultado. Lo primero que debe hacerse por el momento es otorgar mayores franquicias al inmigrante europeo a quien no le basta ni le seduce el pasaje gratuito. Lo que despierta su ambición es la posesión de una cierta porción de tierras, en propiedad definitiva, para él y su familia…. Es por eso que debe acordarse a setenta y cinco a cien hectáreas de terrenos, por lo menos, a cada familia agricultora, cuya capacidad productiva vale, más que el importe de aquellos” (ibid, p.).

Eligio Ayala, como presidente no desatendió la llegada de inmigrantes al suelo nacional, y durante su gobierno llegaron los Menonitas al Chaco, una estrategia para poblar esa región cuando se encontró en litigio con Bolivia. En 1927, el presidente Ayala se dirigió al Congreso Nacional y en relación a la inmigración expuso:

La inmigración extranjera no había experimentado sensibles variaciones, hasta el año 1926. Desde hace dos años sin embargo, el interés de los emigrantes hacia el Paraguay se ha acentuado manifiestamente. Pedidos de informes sobre las condiciones económicas se han recibido de varios países de Europa…Se ha iniciado la inmigración menonita en el Chaco, bajo muy buenos auspicios, Esta colonia llegará a ser probablemente una de las poderosas que se han establecido en el Paraguay e influirá decididamente en su desenvolvimiento económico… (Ayala, 1927, p. 38).

Apuntó finalmente:“Estas aportaciones enriquecerán a nuestra escasa población y acrecentará nuestra civilización. Este es el factor de progreso que necesitamos desde muchos años. Es deber de patriotismo no detener o revertir otra vez este movimiento, por esas fogosas acometidas de la anarquía política, a la economía política” (ibídem).

Finalmente, las acciones realizadas o no, en cuanto a la inmigración por estos intelectuales en su carácter de Presidentes de la República, demuestran cierta coherencia con sus escritos. A pesar de las interpretaciones, se puede concluir que a la llegada de los inmigrantes en el territorio paraguayo se inició un proceso no exento de inconvenientes y objeciones, fue un arduo camino para que aquellos extranjeros dejen su marca registrada en el desarrollo político, social y económico del Paraguay.



Referencias

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1 La mencionada Constitución de 1870 en el artículo 35 del Capítulo III estableció que “Los extranjeros naturalizados gozarán de derechos políticos y civiles, de los nacidos en territorio paraguayo, pudiendo ocupar cualquier puesto menos el de Presidente, vicepresidente de la República, Ministros, Diputados y Senadores...”.

2 “Según los Anuarios Estadísticos del Paraguay, entre 1880 y 1889 ingresaron 4.895 argentinos, y en una menor proporción ingresaron los de otros países americanos, teniendo en cuenta que sólo vinieron 530 brasileños y 198 uruguayos. En el mismo período ingresaron un total de 2.078 europeos y en una ínfima cantidad los orientales, que sumaron 73. En todo caso, la recepción de inmigrantes en el país resulta muy inferior ante la que tuvieron Argentina, Brasil y Uruguay”. (Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay, 2003).

3 “Hacía fines del 70, cuando la Argentina contaba ya con medio millón de inmigrantes de origen europeo, diversas fuentes mencionan 8.000 extranjeros residentes en el Paraguay…”. Ver: Rivarola, Milda. Obreros, Utopías Revoluciones. p. 30

4 En ese sentido puede mencionarse como ejemplo de fracaso de inmigración en el Paraguay: El Caso de los Lincolnshire Farmers (1870-1873). Ver Herken Krauer, La Inmigración en el Paraguay de Posguerra. El Caso de los Lincolnshire Farmers (1870-1873), en Revista Paraguaya de Sociología. Año 18.