Dasein: Fuente del acontecer histórico

Dasein: Tekoasa ykua yvu

Dasein: Source of Historical Events



Abelardo Montiel

Universidad Tecnológica Intercontinental



Nota del autor

Decanato de Postgrado

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Resumen

El movimiento histórico alemán, que se desarrolló entre los siglos XVIII y XIX, abrió el debate sobre el tiempo y la historia, Wilhelm Dilthey, heredero cualificado de esa escuela, los caracterizó como categorías esenciales de la vida. Con Martín Heidegger la concepción sobre el tiempo y la historia llegó a su clímax. La historia viene entendida no solo a partir de los hechos del pasado, sino, sobre todo, es comprendida a partir de sus protagonistas. La historia, que está estrechamente ligada al Dasein, encuentra su fundamento último en el tiempo. El tiempo es una estructura ontológica fundamental del Dasein, vale decir, el Daseines tiempo, y, por eso, es histórico. Heidegger muestra que el sentido del ser, del tiempo y de la historia se vislumbra solamente a partir del Dasein-humano, esto significa que sin este nopodrían existir esas estructuras ontológicas.

Palabras clave: Vida fáctica, Cuidado, Tiempo, Historia, Muerte.

Mombykypyre

Upe movimiento histórico alemán, ojeroguatava’ekue sa’ary XVIII guive XIX peve niko oporoñomongeta ára ha tekoasa rehe. Wilhelm Dilthey, upe mbo’ehao remimbo’ekue teete he’i umíva ñande rekovesãha. Martín Heidegger ndive ára ha tekoasa jehecha yvate añete og̃uahẽ. Tekoasa ndojehechái umi mba’e ojehuva’ekue ári año; oñehesa’ỹijo umi mba’e’apohare guive. Tekoasa niko oguata ojoykére Dasein ndive ha ipyenda añetete hína upe ára. Ára hína Dasein pyenda teete, péva he’ise Daseines ára ha upéicha rupi hapykuere puku. Heidegger ohechauka opa mba’e oikóva, ára ha tekoasa hesakãha Dasein-humano guive añoite, péva he’ise hese’ỹ ndaikatumo’ãiha ojekuaa opa mba’e pyenda tee.

Mba’e mba’e rehepa oñe’ẽ: Vida fáctica, ñeñangareko, ára, tekoasa, ñemano.

Abstract

The German historical movement, which developed between the eighteenth and nineteenth centuries, opened the debate on time and history. Wilhelm Dilthey, the qualified heir of that school, characterized them as essential categories of life. With Martin Heidegger the conception of time and history reached its climax. History is understood not only from the facts of the past, but, above all, is understood from its protagonists. History, which is closely linked to Dasein, finds its ultimate foundation in time. Time is a fundamental ontological structure of Dasein, that is, Dasein is time, and therefore historical. Heidegger shows that the sense of being, of time and of history is only glimpsed from Dasein-human, this means that without which there could be no such ontological structures.

Keywords: Life, Care, Time, History, Death.



Dasein: Fuente del acontecer histórico

Este trabajo de investigación, cuyo título es Desein: Fuente del acontecer de la historia, está animado por la siguiente pregunta general: ¿Es el Dasein la fuente del tiempo y la historia? Esta pregunta origina, a su vez, tres cuestiones específicas: ¿Cuál es la concepción filosófica diltheyana del tiempo y de la historia? ¿Cuáles son las contribuciones de Heidegger en la comprensión del tiempo y de la historia? ¿Existe el tiempo e historia sin el Dasein? A raíz de estas preguntas, la investigación apunta a dilucidar los primeros impulsos filosóficos que Heidegger recibió de Dilthey y a señalar su concepción sobre esos fenómenos. Heidegger mostró interés por los pensamientos de Dilthey, porque percibió en ellos un seguro acceso a la de vida y a la historia. Dilthey en su afán de cimentar sobre bases seguras las ciencias del espíritu hurgó profundamente en la vida humana. Esto es considerado por Heidegger uno de los grandes méritos de Dilthey. Heidegger sigue con entusiasmo las intuiciones expresadas por Dilthey y por su amigo, el Conde Yock, acerca del ser, historia y tiempo, pero el planteamiento de Heidegger se distingue de la manera como ellos trataron dichas cuestiones. Dilthey no planteó el sentido ontológico fundamental del ser de la vida, de la historia y del tiempo. Aprehende las categorías fundamentales de la vida ónticamente. Heidegger, sin embargo, parte de un ente, que para él se constituye el locus por excelencia de la filosofía, que es la vida fáctica. Esta trasluce su estructura ontológica y sobre esta manifiesta su ser, indica que el ser del Dasein es tiempo e historia, por consecuencia, finito.

En general se ha utilizado fuente bibliográfica, que se encuentra traducida al español, sin embargo, en algunos casos el autor de este artículo recurrió a textos originales, que son traducidos por él mismo. En estos casos el autor transcribe estos textos, de fuente alemán, al pie de página, de modo que el lector no pierda el hilo conductor del discurso.

Existen varias investigaciones relacionadas a las influencias diltheyanas en el pensamientos de Heidegger, pero el planteamiento del fundamento del tiempo y de la historia en el Dasein a partir de Dilthey, tal como se trasluce en esta investigación, es un aporte importante al pensamiento heideggeriano.

Proyecto filosófico de Dilthey

El pensamiento de Diltheyes clave para comprender el sentido de la historia en la vida del hombre. El quehacer filosófico, según este pensador, debe orientarse hacia la fundamentación de las ciencias del espíritu (Geistenwissenschaften). La meta es construir una vía originaria para justificar su rigor científico, tal como se da en las ciencias de la naturaleza (Naturwissenschften).

Su preocupación es asentar las bases ontológicas, epistemológicas y metodológicas de las ciencias del espíritu. a) Ontología: Las ciencias del espíritu se ocupan de la vida humana, no de los fenómenos físicos en general. El sustento óntico-ontológico de las ciencias del espíritu es la existencia humana. b) Epistemología: La vida tiene la capacidad de auto-revelarse a sí misma, se caracteriza por una auto iluminación sui generis. La comprensión de la vida no se rige por una inteligencia racional, la que no siempre aprehende y asume la totalidad y complejidad de la vida como tal. “La facultad de la comprensión que actúa en las ciencias del espíritu es el hombre entero; los grandes resultados en ellas no proceden de la mera fuerza de la inteligencia, sino de una potencia de la vida personal” (Dilthey, 1966, p. 85). La vida tiene la capacidad de interpretarse y, por ende, comprenderse dentro del mundo histórico. Esta perspectiva epistemológica está anclada en la existencia del hombre. Él aboga por un “autognosis, que asegura a los conceptos y principios de aquellas su correspondencia con la realidad, su evidencia, su relación mutua” (Dilthey, 1966, p. 158). La vida, según sus investigaciones, está constituida por un «complejo estructural psíquico» (Dilthey, 1944, p.123), en el que se manifiesta toda la dinámica de la existencia humana. De ahí, que él concibe, la vida desde la psicología; porque todas vivencias del hombre emergen del alma. c) Metodología: El método asumido por Dilthey es el inductivo, puesto que su investigación está enraizada en la existencia humana; esta es comprendida mediante el círculo hermenéutico, en el que se echa mano del todo estructural psíquico y de sus partes y viceversa. Él dice al respecto, que “todo elemento del pensamiento abstracto, científico actual, lo confronto con la naturaleza humana entera, tal como la muestran la experiencia, el estudio de la lengua y de la historia, y busco su conexión” (Dilthey, 1966, p. 31). Las teorías y las abstracciones en sí mismas son secundarias, porque la comprensión emerge de la experiencia de la vida; en otros términos, la naturaleza humana está hecha de vivencias, que se hacen patentes a través de la experiencia. “Todas se fundan en la vivencia […]. La vivencia y la comprensión de toda clase de expresiones de vivencias fundamentan todos los juicios, conceptos, conocimientos que son propios de las ciencias del espíritu” (Dilthey, 2014, p. 84). En síntesis, pues, la finalidad epistemológica y metodológica es desvelar la conexión del «complejo estructural psíquico». ¿En qué consiste este «complejo…»? La vida en cuanto estructura se expresa a través de varías dimensiones, que Dilthey denomina «categorías». Estas categorías muestran la condición esencial del ser humano, porque en ellas se traslucen la vida, las vivencias, la comprensión, la libertad, los valores, la historia. “Tenemos como categorías tales el significado, el valor, el fin, el desarrollo, el ideal…El «significado» es la categoría más amplia con la que abarcamos la vida” (Dilthey, 2014, p. 201). Estas categorías constituyen el plexo estructural psíquico de la existencia humana y solo desde ellas se puede acceder al ser del hombre en cuanto tal y comprenderlo.

La vida: Objeto esencial de las ciencias del espíritu

¿Cuál es el rol de la historia con relación de las categorías esenciales de la existencia del hombre? Para Dilthey la vida es la categoría por excelencia, puesto que es la base óntica-ontológica, desde la cual surgen la comprensión, interpretación, el significado, los valores, etc; sin embargo, la vida se encuentra y se comprende solamente desde la historia, porque ella es una realidad histórica. La vida en cuanto histórica no sólo es libertad, sino fin. En este sentido expresa el filósofo, que “la reflexión sobre la vida nos hace profundos, la historia libres” (Dilthey, 2014, p. 217). La historia crea la condición de posibilidad para la libertad. La vida toma conciencia de sí a través de la historia. El presente es el nexo histórico privilegiado, desde el cual no solo vienen aprehendidas las categorías de la vida, sino también su pasado y, por ende, la posibilidad de proyección al futuro. El presente se constituye una posibilidad, que nos permite hacer frente a las cosas en el mundo, el pasado cobra sentido a partir del recuerdo, este posibilita el monumento de textos, de obras y de experiencias de la vida; mientras que el futuro impulsa a la vida hacia los fines y valores. Estos se muestran en la lejanía, pero, también se reflejan en la cercanía de la vida, porque se hacen sentir y desear en cada instante.“ La categoría de significado se revela por primera vez en el recuerdo (al recordar). Todo presente se halla henchido de realidad. Y al proyectarnos hacia el futuro surgen las categorías de fin, ideal, configuración de la vida” (Dilthey, 1986, p. 229). El fin y el ideal, pues, emergen de los valores, que indican a la vida su sentido en el mundo y, a su vez, alimenta en ella la promesa de felicidad, por eso, Dilthey caracteriza a la vida eminentemente como fuerza, que emerge desde sí misma y que se orienta hacia un fin; pues, “el complejo estructural psíquico tiene un carácter teleológico” (Dilthey, 1944, p. 123).

A partir de estas breves anotaciones acerca de las categorías de la vida, podemos traslucir el sentido de la historia para Dilthey. La historia como categoría está estrechamente ligada a la vida. La vida se despliega en el mundo conforme a los modos fundamentales del tiempo, que son el presente, pasado y futuro. Estos modos de ser de la vida constituyen su ser histórico. Vida e historia van de la mano, es más, no hay historia, sin la vida. “Allí donde ha transcurrido vida y es comprendida, tenemos historia. Y allí donde hay historia hay significado en toda su variedad” (Dilthey, 2014, p. 219). La vida es comprendida a la luz de la historia, porque ella es comprensión y solo de esta comprensión surge el sentido y la significación. La historia es el curso de la vida interna y externa, porque en la historia se expresa y se manifiesta lo más profundo de la vida. La historia es la condición de posibilidad de la vida, porque esta se exterioriza en aquella; sin embargo la historia tiene razón de ser sólo a partir de la vida, porque esta la funda. “Los rasgos dados históricamente siempre los entendemos sólo desde la intimidad de la vida del alma…Todas las creaciones humanas surgen de la vida psíquica y de sus relaciones con el mundo exterior” (Dilthey, 1944, pp. 121-122). Sin la vida íntima, sin dinámica interior, no existe mundo, historia, ni tiempo. La vida es la fuente de la historia, por consecuencia, del tiempo. La vida humana transcurre en el tiempo; por eso es histórica, y se desplaza siempre en una situación concreta; por eso es espacial; aquí se desenvuelve entre las cosas e interactúa con otras vidas. Desde esta realidad la vida se orienta, porque interpreta y comprende el significado de su entorno, es decir de su mundo histórico y su circunstancia espacial concreta. “Esta vida está siempre determinada espacialmente y temporalmente localizada, por decirlo así, en el orden espacio-temporal del curso en las unidades de vida” (Dilthey, 2014, p. 198). La vida hace frente a las cosas en el mundo, porque ella es tiempo y espacio.

Como recapitulación de este discurso, expuesto hasta el momento, decimos que Dilthey saca a relucir las categorías fundamentales de la existencia humana y, sin duda alguna, la historia. Esta se constituye como la categoría por excelencia, puesto que proporciona inmediatamente a la vida la condición de auto-determinarse y auto-manifestarse interna y externamente. En otros términos, se puede hablar de “curso de la vida”, sólo a partir del “curso de la historia”. Con esto se afirma que el ser de la vida humana es historia. Mediante la historia el hombre tiene conciencia de su condición temporal. Experimenta su vida en un presente (eterno) entre un pasado y un futuro. La condición espacio-temporal de la vida humana da historia y, gracias a esta, pues, no solo existen culturas, artes, monumentos literarios y arquitectónicos, búsqueda y progreso, sino también “a través de toda la historia tenemos el progreso de las ciencias. Es un progreso constante, no interrumpido, incontenible; porque se debe al hecho de que los conceptos son transmisibles, sin residuo alguno, de persona a persona y de época a época” (Dilthey, 2014, p. 317). La historia es la condición de posibilidad para la manifestación de la vida humana.

Heidegger: Búsqueda de una interpretación originaria de la vida fáctica

Heidegger no solo tuvo un encomiable dominio de la tradición filosófica (clásica y medieval), sino también se nutrió de fuentes e inspiraciones filosóficas, que le eran contemporáneas (existencialismo de Kierkeggard) y algunas, incluso, coyunturales (el neokantismo, el historicismo, la hermenéutica de Dilthey, y la fenomenología de Husserl…,); estas fuentes le permitieron proyectar creativa y originariamente su pensamiento.

Heidegger tempranamente fue impactado por la vida y, con justa razón, afirmamos que su inspiración filosófica primigenia fue a raíz del fenómeno de la vida. Prueba de esta realidad es, por un lado, su ocupación de la vida histórica en cuanto tal, cuyo concepto maduró en el trascurso de los años y fue asumido por él como «vida fáctica»; la cual, a su vez, inmediatamente devino «Dasein», que fue exteriorizado con fuerza a partir de los años veinte. Por otro lado, Dilthey no solo es reconocido en sus lecciones y en sus obras como un filósofo importante, que traslució la dimensión histórica de la vida, sino también señaló expresamente su aporte con relación a esta categoría, que es la historia. Conforme a su consideración el mérito de Dilthey “no es la teoría de la ciencia de la historia, sino la tendencia a poner la realidad de lo histórico a la vista, para a partir de ello aclarar de qué modo y manera es posible la interpretación” (Heidegger, 2006, p. 34). Esta idea muestra claramente el reconocimiento y valoración de parte de Heidegger acerca del trabajo realizado por Dilthey. Otra acotación positiva, en este sentido, encontramos en el parágrafo 77 de Ser y Tiempo, en el que se lee: “El análisis que hemos hecho del problema de la historia es el resultado de la apropiación del trabajo de Dilthey, y se ha visto confirmado y a la vez consolidado por las tesis del Conde Yorck” (Heidegger, 2003b, p. 412).

Demarcación de acceso al ser entre el pensamiento de Dilthey y Heidegger

¿Hasta dónde llegó Dilthey en su reflexión sobre la vida y, por ende, sobre la historia? El logro fundamental de su pensamiento es haber descubierto la vida y sus categorías. La vida se deja aprehender en la historia. Pero, ¿Qué aspecto de la historia no percibió Dilthey? Heidegger hace notar esta limitación del «ver» diltheyano:

La problemática fundamental de Dilthey implica, pues, la tarea de una ontología de lo «histórico». Sólo en la ontología se puede realizar la tendencia a comprender la historicidad. Asimismo, la comprensión que Yorck tiene de la historia deja claro que semejante ontología no puede seguir el camino de la ciencia histórica y de su objeto. Antes bien, la existencia humana constituye el terreno fenoménico de esta ontología (Heidegger, 2008a, p. 24).

Heidegger hace notar, que el problema de la historicidad y, por consecuencia, de la vida no puede ser planteado desde la ontología tradicional, porque los medios de esta ontología no permiten el acceso adecuado al ser de lo histórico. Las categorías diltheyanas son exteriorizadas reflexivamente y aprehendidas ónticamente y este camino no es apropiado; por el contrario, el Conde Yorck propone otra vía de acceso a la historia. La historia no puede ser aprehendida a través de los mecanismos de la «ciencia histórica», vale decir, su acceso no puede ser abierto ónticamente, sino debe partir de la «existencia humana» en cuanto tal. Esta postura del Conde Yorck estimula a Heidegger diseñar un camino de acceso al ser mismo de la vida mediante la manifestación fenomenológica del ser de la historia. A este diseño Heidegger denomina «ontología fundamental»; por eso se propone la siguiente tarea: “hay que poner al descubierto la constitución ontológica del Dasein a través de una explosión positiva del fenómeno del tiempo” (Heidegger, 2008a, p.24). Dilthey, según Heidegger, no llegó hasta lo «radical» y «sustancial», porque quedó anclado en su visión histórica del mundo, y no pudo sopesar su época, su tiempo; en otros términos no pudo evitar la tradición filosófica. He aquí su testimonio:

Ciertamente, él no planteó esta cuestión de un modo tan radical: se mueve a la vez en el marco de cuestionamiento de la época, es decir, al mismo tiempo que se cuestiona acerca de la realidad de la ciencia histórica plantea la cuestión de la estructura del conocimiento mismo” (Heidegger, 2006, p. 34).

¿En qué consiste lo «radical» y «sustancial»? Estos adjetivos hacen alusión a las dimensiones ontológicas, que deben ser indicadas a partir del Dasein humano y solo sobre estas se puede revelar el ser de la historia.

No plantea la cuestión de la historicidad misma, la cuestión del sentido del ser, del sentido del ente.[…] De acuerdo con nuestra pregunta por la historicidad se trata, pues, de traer a donación la realidad histórica, de tal manera que se haga legible el sentido de su ser (Heidegger, 2009b, pp. 66-67).

Dilthey no cuestionó la esencia de lo histórico; ni clarificó la relación entre la vida y la historia, tampoco percibió los rasgos ontológicos del ser, sino solo “se contentó con establecer este hecho, sin preguntarse qué es ser-histórico, y sin mostrar en qué medida la vida es histórica” (Heidegger, 2009b, p. 92). Si bien es cierto, que Heidegger valora el gran esfuerzo del quehacer filosófico de Dilthey, sin embargo, hace notar que este no llegó a lo fundamental, sino, por el contrario, no deja aparecer lo sustancial tal cual es. “Y, en vez de revelar, encubre” (Heidegger, 2003b, p. 412). Dilthey se mueve dentro de la tradición metafísica y esta está determinada por un lenguaje, que es incapaz de revelar el ser.

Impulso de la vida histórica en el pensamiento de Heidegger

Rasgos que muestran el precoz interés de Heidegger por la vida histórica ya encontramos en su escrito titulado: El concepto de tiempo en la ciencia del espíritu de 1915. “La ciencia histórica tiene como objeto de estudio al hombre, no al hombre como objeto biológico, sino al hombre que realiza la idea de cultura a través de sus producciones espirituales y corporales” (Heidegger, 2009a, pp. 29-30). Si bien es cierto, que Heidegger en este tiempo percibió claramente que la «ciencia histórica» se ocupa solamente de la exteriorización de los atributos esenciales del hombre, como ser de las ideas y culturas; puesto que en estas se expresan su interioridad; sin embargo la creación del hombre se plasma en culturas, donde están imbricadas ideas, acciones, comportamientos, etc., transcurre en el tiempo y en cuanto trascurre en el tiempo lleva el sello del pasado. Esto significa que la ciencia histórica es un saber, que tiene como objeto el pasado. Este proceder de la ciencia histórica, según Heidegger, no llega a aprehender el ser de la historia en cuanto tal, ya que solamente captura atómicamente un acto determinado del hombre, que quedó petrificado en el pasado y de este modo ese acto viene objetivado; por eso, Heidegger enfatiza con la siguiente sentencia la limitación de las ciencias del espíritu: “El factor cualitativo del concepto de tiempo no significa otra cosa que la condensación -cristalización- de una objetivación de la vida dada en la historia” (Heidegger, 2009a, p. 31). La ciencia histórica aprehende objetivamente el pasado de la vida. ¿Es comprendido desde esta perspectiva el sentido del ser de la historia? ¡No! Porque el pasado es solo un modo temporal, que no abarca la totalidad de la vida del hombre, además la historia no puede ser comprendida solamente a partir del pasado. “El objeto histórico, en cuanto histórico, es siempre pasado, en sentido estricto ya no existe más” (Heidegger, 2009a, p. 31). Por esta razón, es necesario plantear a fondo el sentido de ser de la historia y, por ende, del tiempo; vale decir, comprender no solo el pasado del hombre, sino también su presente y su futuro. La meta es entender al ser humano total.

En la parte conclusiva de su Habilitación, año 1915, Heidegger avizora un nuevo horizonte de pensamiento que se le muestra a partir del «espíritu vivificante» (lebendigen Geistes), esta expresión señala la clara inclinación que Heidegger está teniendo hacia la vida histórica. En este sentido la siguiente cita es muy significativa:

En el concepto del espíritu vivo y su relación con la metafísica «originaria» se ofrece una mirada (Einblick) en su estructura metafísica fundamental, en la unicidad; la individualidad de los actos con validez universal, es decir, con la posición del sentido, está imbricada en la unidad viva (Heidegger, 1978, p. 410).

La tarea filosófica en cuanto busca una íntima relación entre la vida fáctica y una “metafísica «originaria»”, en la medida que sea capaz de aprehender esa experiencia fáctica de la vida, trasluce la renovación de su pensamiento. Aquí se anuncia la nueva manera de concebir la metafísica. Una metafísica fundamental, que vaya en busca del ser de la vida y de la historia. Así se puede decir, que la vida histórica se vuelve para él una digna región ontológica, que merece atención filosófica.

Al año siguiente (marzo de 1916), esta tarea filosófica en clave de esa metafísica fundamental se va forjando rápida y enérgicamente.

Hoy sé que puede haber una filosofía de la vida activa -que puedo declarar batalla a muerte al Racionalismo- sin incurrir en el anatema de la irracionalidad -puedo hacerlo- debo hacerlo- y así impone ante mí la urgencia del problema: de qué manera dar existencia a la filosofía, en forma significativa y potente, como verdad viviente y como creación de la personalidad (Heidegger/Elfride, 2008b, p. 56).

Él, en esta carta a su novia, Elfride Petri, todavía en este tiempo, escribe la intención de desarrollar una filosofía de la vida con fuerza y vivacidad. Heidegger se propone a partir de la vida librar una batalla al renacimiento, esto es al racionalismo, a la cosmovisión histórica del mundo, que estaba no sólo descuidada, sino olvidada por los filósofos.

Heidegger en 1917, pocos días antes de su matrimonio, compartía con su futura esposa, que “la vida con semejante estructura debe estar en íntima relación con la historia del espíritu y del alma -una relación íntima” (Heidegger/Elfride, 2008b, p. 72). En el fondo, él ya estaba preparando su estrategia para atacar a la estructura de la metafísica tradicional. Dos años después declaró abiertamente la guerra a la mencionada estructura. En el año 1919 escribe una carta a su amigo sacerdote, Krebs, en la cual él menciona algunos motivos, por los cuales se aleja de la doctrina cristiana católica y, dice, que está madurando una nueva visión metafísica. En esa conocida carta, trascripta por Hugo Ott, se lee como sigue: “Evidencias (Einsichten) de carácter epistemológico, que se extienden a la teoría del conocimiento histórico, se han convertido para mí en problemático e inaceptable el sistema del catolicismo, pero no el cristianismo y la metafísica, ésta, ciertamente, en un nuevo sentido” (Ott, 1993, p. 168). La nueva perspectiva metafísica guarda una estrecha relación con la vida humana, que se despliega dinámicamente en el tiempo y, por eso, ella es la condición de posibilidad del surgimiento de la historia. Heidegger ya había diseñado este proyecto durante la última mitad de la década de los veinte; e inmediatamente después de la culminación de la primera guerra mundial dictó un curso, denominado Kriegsnotsemester (semestre de emergencia de guerra), en el que critica una filosofía de la visión del mundo y sostiene expresamente que “la vida es histórica” (Heidegger, 2005a, p. 142).

En los inicios de la década de los treinta el pensamiento de Heidegger fue muy fructífero. Centró su interés en la búsqueda de sentido del ser de la vida en cuanto histórica y se propuso señalar los fenómenos de carácter ontológico, que emergen de la vida, como constitución esencial de su ser. En este sentido dice: “Nosotros nos concebimos desde la experiencia de la vida fáctica y extraemos los aspectos determinados de ella. ¡Nosotros vivimos fácticamente en una quididad. Ninguna suspensión especial de la experiencia de la vida!” (Heidegger, 1993, p. 103)1. La «experiencia fáctica de la vida» se constituye el centro de interés para el joven filósofo; en esos tiempos él comienza a usar con énfasis esta expresión, porque desde ella deben ser manifiestos los rasgos fundamentales de su ser.



Búsqueda del carácter factual delo histórico

El curso dictado por Heidegger entre los años 1920-1921 que lleva el título Einleitung in die Phänomenologie der Religion es clave para entender el vínculo esencial de «experiencia fáctica de la vida» con lo histórico y, por consecuencia, con el tiempo.Lo histórico debe relucirse en la vida fáctica y “ha de facilitarnos el acceso a la comprensión propia de la filosofía” (Heidegger, 2005b, p. 65). Dentro de esta perspectiva la misión de la filosofía es manifestar no solo el acceso a la vida fáctica, sino mostrar que esta es histórica (historisch). Heidegger trae a colación como punto de partida algunas ideas sobre lo histórico a los efectos de demostrar, que lo histórico es dimensión otológica de la vida fáctica. El mundo de las ideas platónico es el mundo de lo inteligible, de lo inmutable, de lo incorruptible y de lo eterno. Lo eterno es prototipo de lo temporal. Este adquiere su sentido a partir de aquel. “Estas imágenes mientan una conexión real objetual de ser entre ambos mundos de lo temporal y supratemporal […]. Para nosotros se trata de que el ser temporal y el supratemporal se vean aquí objetualmente” (Heidegger, 2005b,p. 76). Dentro de esta perspectiva la vida fáctica pierde su sentido desasosegante, el cual es una característica esencial de la experiencia fáctica de la vida. En segundo lugar, opone a Platón la perspectiva de lo histórico de Spengler, este pensador aprehende lo histórico dentro de la misma configuración temporal, por lo tanto, la vida fáctica es histórica y no puede dejar de serla, porque “resulta que tengo que situarme en la realidad histórica, ya que no me puedo plantar frente a ella[…] ”. Yo soy histórico, debo involucrarme necesariamente en los acontecimientos, por eso, dice Heidegger, que “en Spengler tiene la interpretació nde la realidad de lo histórico un aire liberador” (Heidegger, 2005b. p, 76). La vida fáctica puede influir en el curso de la historia. Si bien es cierto, que lo histórico desasosiega e inquieta, sin embargo ese es aprehendido como cultura, la que forja el destino de la vida. La cultura es pura historia y, en este sentido, pura objetualidad. Platón concibe lo histórico desde la realidad supratemporal, que es absoluto; mientras, que Spengler lo aprehende desde la realidad temporal, que también es absoluto. En tercer lugar, Heidegger trae a colación una vía de conciliación entre estos dos polos opuestos (Platón y Spengler) la propuesta de Dilthey y otros. Lo histórico:

es únicamente un compromiso entre las dos primeras[…]. La dialéctica histórica es designada como tarea de la filosofía de la historia; las oposiciones entre lo temporal y lo supratemporal tienen que ser escrutadas en su tensión y mutua superación para que pueda ser obtenida de ellos la ley dialéctica de lo histórico (Heidegger, 2005b, pp. 76-77).

Estos caminos, adoptados para encontrar la vía de acceso a lo histórico, no conducen a la comprensión ontológica de lo histórico, porque lo histórico de la experiencia fáctica de la vida se concibe como un objeto. “La realidad histórica está puesta en las tres vías como un ser objetual” (Heidegger, 2005b, p. 78). Si bien es cierto, que el desasosiego se deja ver dentro de lo histórico, sin embargo no se lo considera como “la auténtica tendencia de la preocupación”(Heidegger, 2005b, p. 81). El desasosiego debe ser comprendido a partir de la vida fáctica –imfaktischen Dasein- (Cf. Heidegger, 2005b, p. 81).

La vía que nos conducirá al fenómeno de lo histórico es la vida fáctica en cuanto tal. Esto significa, que hay que interrogar, interpretar y comprender al Dasein-humano, fenómeno, que nosotros mismos somos. La existencia humana (Dasein humano)se constituye el centro, en torno al cual girará las cuestiones filosóficas, este anuncio ya lo había hecho Heidegger en su recensión a la obra de Jaspers. “La vida fáctica, histórica en cuanto cumplimiento activo, en el Cómo fáctico de la problemática del Cómo de la autoapropiación del Mismo mediante la preocupación por sí mismo forma originariamente parte del sentido del yo soy fáctico” (Heidegger, 2001, p. 41). Cabe resaltar que en el contexto de esta recensión la expresión «Mismo» corresponde al asunto fenomenológico de la vida fáctica, o sea al «yo soy» en cuanto tal. Este «yo soy» está anticipando la expresión: ser del Dasein, que Heidegger utilizará años más tarde en sus obras.

Lo histórico, que busca traslucir Heidegger, está anclado en la vida fáctica; por eso, su rasgo ontológico debe ser de carácter factual, no objetual. Señalar el modo en que la vida fáctica es histórica, pues, requiere manifestar clara y concisamente que ella es temporal. “Nuestra vía parte de la vida fáctica, de la que se obtiene el sentido del tiempo. Así está caracterizado el problema de lo histórico” (Heidegger, 2005b, p. 94). Lo histórico de la vida fáctica o el carácter factual de lo histórico viene descubierto (desvelado) a partir del tiempo.

Estructura ontológica del Dasein: Su historicidad

El Dasein es el único ente, que puede dar noticia de su propio ser y, por ende, del ser de la historia. El proyecto filosófico de Heidegger busca encontrar una vía de acceso segura para comprender el sentido del ser en su totalidad. Y apunta a desvelar el sentido del ser solo a partir del Dasein. “El objeto de la investigación filosófica es el Dasein humano en tanto que se le interroga acerca de su carácter ontológico” (Heidegger, 2002, p. 31). Si la investigación filosófica comienza desde el Dasein, pues, entonces, Heidegger parte del supuesto, que este ente, Dasein, lleva en sí la capacidad de autocomprenderse. El Dasein tiene la meta no solo mostrar su estructura ontológica, sino también se hace necesario “poner al descubierto la estructura ontológica de un ente que es historia” (Heidegger, 2008. p. 12). Este ente es el Dasein-humano que tiene la capacidad de interrogar por la constitución de su propio ser. Esta interrogación apunta hacia lo ontológico. En el Dasein se manifiesta el ser en general y, a su vez, este ente hace traslucir la historia, porque la “historicidad es un carácter ontológico […] del Dasein humano” (Heidegger, 2008a, P. 12). La historicidad del Dasein señala sus rasgos ontológicos esenciales. Uno de estos rasgos es su ser-en-el-mundo. “Dasein significa: estar en el mundo” (Heidegger, 2008a, p.28). El Dasein, en cuanto ser en el mundo, es poder-ser (Seinkönnen), o sea posibilidad (Möglichkeit) y se desenvuelve en el mundo como cuidado (Sorge). Heidegger se apropia de este término cuidado, porque la vida fáctica por el solo hecho de estar-en-el-mundo, vive en un estado permanente de inquietud y de preocupación; en otras palabras, el Dasein en cada ocasión y en todo lugar está pendiente de…; está ocupado en… y vive preocupado por «algo» en el mundo.

El sentido fundamental de la actividad fáctica de la vida es el cuidado (curare). En el «estar ocupado en algo» está presente el horizonte dentro del cual se mueve el cuidado de la vida; el mundo que le corresponde en cada ocasión (Heidegger, 2002, p. 35).

Aquí se abre la estructura ontológica del «cuidado» del Dasein. Este se halla permanentemente ocupado (Besorgen) por su mundo circundante (Umwelt), porque vive pendiente de las cosas, de las que se ocupa cotidianamente. Está preocupado (Fürsorgen) por el otro Dasein, vale decir, por su familia, su esposa, sus hijos,sus amigos, su comunidad. Sus acciones son siempre referidas a otros, con quienes comparte el mismo mundo (Mitwelt). Él no sólo está en el mundo, sino éste mundea para él. En el ahí «Da» de su ser se le abre no sólo el mundo (Selbstwelt) como significatividad, sino también su mismo ser. Por eso, el filósofo afirma que “el mundo se articula, en función de las posibles direcciones que adopta el cuidado, como mundo circundante, mundo compartido y mundo del sí mismo (Heidegger, 2002, p. 35).

El Dasein en cuanto ser-en-el-mundo está inmediata y regularmente condicionado por la fuerza de la impersonalidad, la cual viene caracterizada por lo que «se dice», por lo que «uno hace…» o por lo que «está de moda…». “Este «se» o este «uno» indeterminado es el que gobierna al Dasein” (Heidegger, 2009b, p. 75). El Dasein en esta situación se mantiene impropiamente, es decir, vive inauténticamente, porque son los otros, quienes le indican lo que debe oír, lo que debe saber, lo que debe hacer e incluso lo que debe ser… La impersonalidad es el modo de ser característico de la publicidad. En la impersonalidad («se» o «uno») el Dasein es alienado por la publicidad. La inautenticidad del Dasein se manifiesta en la impersonalidad. El Dasein se halla absorbido por el mundo y se mantiene en un estado de caída.

En la actividad del cuidado se manifiesta una inclinación hacia el mundo que se plasma en una propensión a quedar absorbido por él, a dejarse arrastrar por él. […] Este carácter fundamental de la actividad del cuidado se define terminológicamente como inclinación hacia la caída de la vida fáctica (o, dicho con brevedad, como el caer en…) (Heidegger, 2002, pp. 38-39).

Esta situación, en la cual el Dasein se encuentra inmediata y regularmente en cuanto ser-en-el-mundo, obstaculiza la visión para ver con claridad el propio ser del Dasein, es decir, impide mantenerse auténticamente ante su mismo ser. El estado de «caída» evita que el Dasein comprenda su ser desde la totalidad, porque el Dasein vive refugiado en su impropiedad. El Dasein en la impropiedad vive huyendo de su poder-ser más extremo. Pero, ¿cómo el Dasein experiencia su propiedad, o dicho de otro modo, cómo se mantiene ante sí mismo en la autenticidad? El poder-ser, que es el Dasein, desvela su posibilidad más radical. En el poder-ser del Dasein se manifiesta la totalidad del ser como un «acabamiento», porque esa totalidad del Dasein abarca su gestación, su nacimiento y su proyección en el mundo hasta su fin; vale decir, esta totalidad le relaciona con el fenómeno de la muerte. “ […] cuando la vida está acabada, en la muerte, ya no es más” (Heidegger, 2009b, p. 78). El Dasein no es capaz de permanecer auténticamente ante sí mismo, porque teme a la muerte, entonces huye, pero huyendo la muerte siempre está ahí. La actitud autentica del Dasein ante la eminente posibilidad de la muerte es su asunción en cada ocasión que la muerte está en mí y que está aguardando su momento para aniquilarme.

Hacer frente a la muerte como posibilidad significa tenerla ahí, de manera que nos haga frente puramente como lo que es: indeterminada con respecto al cuándo, cierta con respecto al qué. Dejar que esta posibilidad exista como posibilidad, no hacer efectiva, por ejemplo, por medio del suicidio, significa adelantarla (Heidegger, 2009b, pp. 82- 83).

El Dasein, en cuanto su esencial condición de estar-en-el-mundo, está permanentemente ante la posibilidad de elegir. El Dasein es elección. Él es libre, por eso, él puede decidir tanto para mantenerse en la impropiedad como para permanecer en la propiedad de su ser. En la impropiedad el Dasein se pierde a sí mismo, mientras que en la propiedad se gana a sí mismo. “Adelantarse significa, por tanto, elegir; haber elegido significa estar resuelto: resuelto no a morir, sino a vivir” (Heidegger, 2009b, p. 83). El estar «resuelto» del Dasein significa mantenerse en casa, es decir, sujetarse en el ser. El Dasein en este estado acepta su condición histórica factual, su ser-tiempo, porque asume en cada instante su muerte. Cuanto más el Dasein fija su mirada en la muerte, tanto más se halla liberado en su ser. La familiaridad con la muerte invita al Dasein vivir su vida planamente, vivir intensamente cada momento y cada circunstancia como si fuera el último instante que está viviendo. La autenticidad no es otra cosa que la actitud de búsqueda desasosegante y, por consecuencia, plena del ser mismo del Dasein. No cabe duda, que aquí Heidegger está teniendo muy presente la siguiente sentencia de San Pablo, quien dice en la carta a los efesios: “” (Ef. 5, 16). Esta expresión es traducida en la Biblia de Jerusalén (versión católica) de este modo: “aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos”. Ésta es la expresión, que se halla detrás del lema latino: Carpe diem. Heidegger, en el fondo, alienta a aprovechar el máximo cada segundo, cada instante, cada hora que tiene el Dasein a su disposición. Si bien es cierto, que la muerte apremia al Dasein, sin embargo, en el fondo Heidegger aboga por vivir la vida aprovechándola bien. El tiempo no puede ser comprado, no puede ser rescatado para perpetuarlo, porque el tiempo es el Dasein. Ese es un don que debe ser convenientemente vivido.

El Dasein encuentra sentido a su ser y lo asume en el mundo como un verdadero don. Este don no sólo es valorado, sino proyectado responsablemente ante los demás. Aceptar que la muerte viva en mí significa que “este elegir y este estar-resuelto es la elección de la responsabilidad que el Dasein asume por sí mismo y que consiste en el hecho de que en cada actuar me hago responsable de mí mismo a través de la acción” (Heidegger, 2009b, p. 83). Esta postura deviene estilo de vida y, por eso, incita a una vida dichosa y grata.

El Dasein es comprendido como totalidad, pero, a partir del fenómeno de la muerte. La totalidad del Dasein está relacionada con el fin, con su condición de adelantarse a… el Dasein deja de estar-en-el-mundo y su ser, el cuidado, es acabado. Esta totalidad del Dasein es descubierta por el fenómeno de la muerte. La muerte no es otra cosa que la maduración (Zeitigung) del tiempo en el ser del Dasein.

En el estar-resulto, el Dasein es su futuro; en el ser-culpable, es su pasado; y en el actuar entra en el presente. El Dasein no es nada más que ser-tiempo. El tiempo no es nada que nos llegue del exterior del mundo, sino lo que yo mismo soy. En el adelantarse, en el llegar-a-ser culpable y en el actuar está presente el tiempo mismo. El tiempo determina la totalidad del Dasein (Heidegger, 2009b, p. 84).

Heidegger en estas expresiones muestra los rasgos ontológicos del cuidado (Sorge), los que emergen del mismo Dasein. En el cuidado (Sorge), en el que inmediata y regularmente se halla el Dasein como ser-en-el-mundo, se despliega su condición temporal, la cual se enraíza en la temporaneidad; por eso, el filósofo sostiene, que “el ser del Dasein ha sido definido como cuidado. El cuidado se funda en la temporaneidad (Zeitlichkeit)”. La temporaneidad del Dasein es la fuente de la historicidad (Geschichlichkeit) del Dasein desde donde debe emanar tanto lo histórico (historisch) como la historia (Geschichte). Heideggger expresa, que dentro de la temporaneidad del Dasein se debe encontrar “un acontecer que determine a la existencia como histórica. De esta manera, la interpretación de la historicidad del Dasein se revela, en última instancia, como una elaboración más concreta de la temporaneidad” (Heidegger, 2003b, p. 398).

De lo expresado en el párrafo anterior se sostiene que este ser del Daseinno es otra cosa que tiempo. Ser-Tiempo son fenómenos que no sólo se encuentran, sino también se identifican. No se puede comprender el ser, sin el tiempo y viceversa. Al respecto expresa el filósofo, que “el tiempo es equiparable al ser-ahí […]. El ser-ahí siempre se encuentra en un modo de su posible ser temporal. El ser-ahí es el tiempo, el tiempo es temporal” (Heidegger, 2003a, p. 58). Sin embargo, el tiempo tiene sentido, solo a partir del Dasein.

El Dasein en cuanto ser-en-el-mundo es regular e inmediatamente caída (Verfallen) y desde esta situación experimenta su ser-tiempo de modo impropio; éste es una de las maneras que se manifiesta la temporaneidad del Dasein. El ser-temporal de la ocupación mundana del Dasein se muestra en la «huida» y en la publicidad del «uno». “El ser-temporal impropio no es mera apariencia […], antes bien, el dominio de este ser-temporal en la facticidad hace patente el carácter ontológico de la ruina que reside en ella” (Heidegger, 2008a, p.105). El Dasein en esta situación encubre su ser-tiempo y se mantiene dentro de la impropiedad, ya que no está en condiciones de prestar atención a su más extrema posibilidad, que es el anticiparse o adelantarse en el ser-futuro.

El Dasein es poder-ser y poder-ser es posibilidad y, por ende, posibilidad no es otra cosa que el mantenerse adelantado, es decir estar ya en el futuro, el anticiparse al poder-ser más radical del Dasein: la muerte. El permanecer en el futuro descubre al Dasein su ser-tiempo propio, esta situación le sostiene dentro la autenticidad. “En el ser-futuro del adelantarse hasta su posibilidad más extrema el Dasein llega a la propiedad de su ser. En este ser el Dasein es recuperado del uno y colocado en el ser-únicamente-de-esta-vez de su Dasein” (Heidegger, 2008ª, p. 106). En esta situación el Daseinse siente libre, porque decidió aunarse con su ser y experimentar su existencia con plenitud e intensidad.

La temporalidad: Fuente de la historicidad del Dasein

Heidegger, impulsado por Dilthey, en sus primeras lecciones, y por la obra de Jaspers, señala la falta de un tratamiento ontológico de la historia. La historia solo puede ser comprendida a partir del fenómeno de la vida; porque no existe historia sin el Dasein humano. La vida fáctica, o Dasein humano, es eminentemente movilidad, es dinamismo, que se determina en cada ocasión. Dice al respecto el filósofo: “Puesto que vida es «movimiento» (Bewegtheit), la esencia de la vida espiritual reside en el hecho de «ser un camino para realizar sus cualidades»” (Heidegger, 2001, p. 26). Estando así, la energía, que emerge de la vida fáctica, está a la base de las tres direcciones de sentidos de contenido, de referencia y de ejecución (Gehalts, Bezugs y Vollzugssinn) y, por consecuencia, de la historia. La historia, tal como comprende Heidegger, no tiene que ver con una mera realidad u acontecimiento pasados, aprehendidos objetualmente como «ciencia histórica» o «historiografía», sino más bien está estrechamente ligada a la vida misma.

Pero la propia experiencia vital fáctica, […] no es algo similar a una región en la que yo estoy, […] sino que es un fenómeno esencialmente histórico de acuerdo con el Cómo de su cumplimiento activo propio, y esto no en primera instancia entendido como un fenómeno histórico como objeto (mi vida vista como algo que se desenvuelve en la actualidad), sino como un fenómeno que se cumple históricamente y se experimenta de este modo a sí mismo” (Heidegger, 2001, p. 38).

El concepto «Vollzug» es esencial en la estructura del pensamiento heideggeriano, puesto que con este término manifiesta una de las dimensiones ontológicas fundamentales de la vida fáctica; ese hace alusión a su poder-ser y, por ende, a su condición anticipadora, a su pre-ser, es decir, a su ser-futuro. Ahora bien, ¿Cómo entiende Heidegger la historia? Pues, la historia (Geschichte) está directamente vinculada con el sentido de ejecución (Vollzugssinn) de la vida fáctica. Heidegger, en su obra Phänomenologie der Anschauung Ausdrucks, trae a colación varios ejemplos de la “historia” y va interpretando cada una de ella. Extrae fenomenológicamente el sentido objetual de lo histórico con el fin de mostrar su sentido originario-factual-ejecutivo. Por ejemplo, no es igual expresar: “la cátedra tiene un color marrón […]. La muchacha tiene trenzas rubias […]”, que decir: “Este hombre tiene una triste historia” (Heidegger, 2007, P. 56). Los dos primeros ejemplos no tienen relevancias, son accidentales, y, por ende, no guardan ninguna relación con la historia, mientras que la última marca la diferencia; porque se da concretamente en la vida de la persona y forma parte de su pasado, presente y futuro. Heidegger explica, que los primeros ejemplos no tienen conciencias de sí mismos, mientras que el último está involucrado con su situación. “Allí el tener se muestra abiertamente como una relación, que se enraíza en el Dasein del teniente (Habenden) mismo […]. Suficiente decir, que la relación sea familiar al existente con el auténtico pasado […]” (Heidegger, 2007, p. 57). La historia es una cualidad esencial de la vida fáctica, porque forma parte de la constitución ontológica del Dasein. Si el tener, o mantener viva cierta situación del pasado, tal como nos proporciona el último ejemplo, está enraizado en el Dasein; pues, entonces, de aquí debe mostrarse el sentido del ser de la historia.

Historia como un acontecer extraordinario, lo que va más allá del simple suceso, así como también de un cualquier acontecimiento o de un singular proceso (paso). Historia es, pues, algo, que no se limita al mero acontecer, sino un acontecer que tiene el carácter de la significatividad, es decir, un acontecer, que sucede «vorbei-gehet» en el mundo propio y mundo compartido dentro de su mundo circundante (Heidegger, 2007, p. 59).

La historia involucra a toda la vida fáctica, la envuelve, porque la historia acontece en el tiempo. El Dasein es tiempo y, por ende, es historia. “La historia designa un acontecer que somos nosotros mismos y en el cual estamos implicados” (Heidegger, 2009b, p. 92). Lo histórico, sin embargo, va más allá de la mera historiografía, que se caracteriza por capturar conceptual y objetivamente los acontecimientos del pasado. La historiografía no llega a comprender la vida fáctica o el Dasein humano como cuidado, en el que se conjuga armónicamente los tres momentos o éxtasis de la temporalidad (el sido, el advenir y el instante). “El giro desde el complejo histórico-objetual hacia la situación histórico-ejecutiva proviene de complejos que pueden ser hechos ostensibles en la experiencia fáctica de la vida” (Heidegger, 2005b, p. 119). El Dasein es histórico, porque lleva en sí no sólo su propio sido (gewessenist), sino también es su porvenir (Vorlaufen), que se le abre en el mundo desde su instante (Augenblick), que le mantiene en vigilancia permanente. “Nos aproximamos a esta estructura de la historicidad de la misma manera que lo hacemos con el tiempo. Somos historia, es decir, nuestro propio pasado. Nuestro futuro vive del pasado. Arrastramos el pasado con nosotros” (Heidegger, 2009b, p. 93).El sentido de ejecución (Vollzug) manifiesta el movimiento de la existencia, es decir, indica cómo se desarrolla la vida fáctica y en ese acto de ejecución se produce lo histórico factualmente y se muestra el ser del Dasein-fáctico. Así describe esta estructura ontológica del Dasein uno de los eminentes intérpretes de Heidegger: “La ejecución de la vida (Lebensvollzug) es histórica (historisch) en sí misma y desde sí misma, es decir histórico (geschichtlich)[...]. La vida fáctica misma es lo originario de lo histórico” (Von Hermann, 2007, p. 23.). El Dasein es tiempo, porque acontece sin más en el mundo. En la apertura de su ser se manifiesta el tiempo y la historia. “El tiempo es, porque el Dasein es constituido en su facticidad como permanente apertura al mundo, es decir, como preocupación” (Heidegger, 2004, p. 73). El tiempo es descubierto en la apertura del Dasein, ese se le dona; por eso, este don no puede ser apreciado, ni concebido sin el Dasein, porque “el Dasein es el tiempo” [das Daseinist die Zeit] (Heidegger, 2004, p. 123). La estructura ontológica fundamental del Dasein es revelada como temporalidad, desde donde el tiempo se temporiza (zeitigt) como tiempo impropio y tiempo propio. La temporalidad, a su vez, origina la historicidad (Geschichlichkeit); estando así, pues, tanto lo histórico (historisch) como la historia (Geschichte) emergen de la historicidad del Dasein. El Dasein no es histórico, por el solo hecho de hallarse en el tiempo, sino, porque él es tiempo.

El análisis de la historicidad del «ser ahí» trata de mostrar que este ente no es «temporal» por «estar dentro de la historia», sino que, a la inversa, sólo existe y puede existir históricamente por ser temporal en el fondo de su ser (Heidegger, 1998, p. 407).

Con esta frase de Heidegger se esclarece el sentido fundamental del Dasein, pues, éste encuentra su razón de ser última en el tiempo. ¿Qué significa esta afirmación? El sentido de ser del Dasein humano es finito.



Conclusión

Esta corta búsqueda de fundamentación del tiempo y de la historia ayuda no solo para comprender sus respectivos conceptos, sino también su origen y su sentido.

Respuesta a primera pregunta específica:

Dilthey en aras de fundamentar las ciencias del espíritu (Geistenwissenchaften) centró su interés en la vida (Leben) y desde esta comprendió y describió las manifestaciones del tiempo y de la historia. Estas, conforme a su pensamiento, son categorías, que surgen de la vida misma. Si bien es cierto, que el tiempo y la historia guardan estrecha relación con la vida, no obstante, Dilthey no llegó al centro de la cuestión; pues, quedó en la periferia. Él aprehende estas categorías del tiempo y de la historia teorética-reflexiva-objetivamente, o sea de manera óntica; en esto radica la crítica de Heidegger a Dilthey. Este pensador no direccionó su planteamiento filosófico hacia las cuestiones ontológicas, no cuestionó acerca del sentido del ser de la vida y del ser-tiempo.

Respuesta a la segunda pregunta específica:

Heidegger prosigue la tarea, iniciada por Dilthey y la lleva a su cumplimiento. Conduce su reflexión filosófica respecto al tiempo y la historia hacia el centro, hacia lo fundamental, hacia lo ontológico. Plantea las condiciones de posibilidad para acceder de modo correcto a estas cuestiones. No es posible comprender el sentido del ser del tiempo ni de la historia, sin que se trasluzca el ente, que por antonomasia tiene la posibilidad de revelar ese sentido del ser. Este ente es la vida fáctica o el Dasein-humano, al cual le va y le palpita su propio ser; es el único ente, que puede dar noticia del sentido del ser en general. Estando así, sólo a partir de este ente pude ser vislumbrado el ser-tiempo y el de la historia.

El Dasein descubre, porque él es ahí (Da), o sea aperturidad, su condición fundamental: Ser-en-el-mundo. Al Dasein como ser-en-el-mundo se le abre su ser como cuidado (Sorge). El cuidado es la condición esencial, mediante lo cual el Dasein se desenvuelve en el mundo. En el cuidado el Dasein tiene la posibilidad de «ganarse» y «perderse». El Dasein es poder-ser, es pura posibilidad y, en cuanto posibilidad él es decisión. El Dasein como cuidado se encuentra inmediata y regularmente en un estado de caída y en este estado el Dasein huye de sí mismo y, por ende, vive impropiamente; sin embargo, cuando el Dasein se abre a su poder-ser propio, pues él decide por su posibilidad más extrema, que es su ser-futuro. El ser-futuro abre al Dasein su muerte, de la cual el Dasein huye en su vida cotidiana. El ser del Dasein, en cuanto cuidado se manifiesta como temporaneidad, la cual se temporacia (zeitigt) en un haber sido, en un instante y un porvenir. La temporalidad desde esta temporación (Zeitigung) se abre, a su vez, de modo impropio e propio. El tiempo que es el Dasein es impropio en el estado de la caída, sin embargo, es propio en la medida que el Dasein afronte su ser-futuro. La temporalidad, la que da origen a la historiciadad (Geschichlichkeit), es una estructura ontológica fundamental del Dasein.

Respuesta a la tercera preguntaespecìfica:

El Dasein es tiempo y, por ende, historia; y, en cuanto, es tiempo e historia, estos encuentran su fundamento en el Dasein. Tiempo e historia tienen sentidos a partir del Dasein, sin este no existe tiempo y, por consecuencia, historia. El Dasein-humano es esencial y estructuralmente finito. Su fin es la muerte. Si bien la muerte es una realidad fatal para el Dasein, sin embargo ella es una oportunidad que le interpela constantemente para vivir, mientras él pueda, intensa y lo más plenamente posible.



Referencias

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 Cf. También Dilthey, W. Mundo histórica. P. 196.

 Cf. También Heidegger (2008a, pp. 13-14).

Begriff des lenbendigen Geistes und seiner Beziehung zum metaphysichen “Ursprung” eröffnet sich ein Einblick in seine metaphysiche Grundstruktur, in der Einzigkeit, Individualität der Akte mit der Allgemeingültigkeit, dem Ansichbestehen des Sinnes zur lebendigen Einheit zusammengeschlossen ist”.

1Wirsehenuns die vollefaktische Lebenserfahrung an und hebenbestimmte Seiten an ihrheraus . Wirlebenfaktisch in einem Was. Keinebesondersausgefallenen Lebenserfaharung –ad hoc zurechtgemacht- graifenwirunmittelbar auf! Ohne Scheuvor Trivialitäten!ˮ

Cfr. Heidegger, 2005b, p. 109.

 Adrian Escudero en las notas aclaratorias de esta obra señala la importancia capital, que tiene este concepto de Heidegger, en su estructura de pensamiento. Él dice: “Ya en el joven Heidegger el término Dasein adquiere un rango ontológico primordial. No en vano se convierte en el eje principal en torno al cual giran los diversos análisis fenomenológicos de las estructuras constitutivas de la existencia humana elaborados a lo largo de la década de los años veinte” (Cf. Notas Aclaratorias. p. 89).

 Cfr. Lehemann (2006), uno de los grandes intérpretes de Heidegger, manifiesta también lo siguiente: “¿por qué la pregunta por el sentido del ser? La formulación contiene la condición esencial, que el «ser» se comprende «desde sí mismo»” (p.171).“Warum die Frage nach dem Sinn von Sein? Die Formulierung enthält die wesentliche Voraussetzung, daß «Sein» sich «von selbst» versteht”.

 Cf. Heidegger, 2008ª, p. 12; Heidegger, 2003a. pp. 37-38 y Heidegger, 1998. pp. 53-54.

 Cfr. También, Heidegger, 2003ª, p. 36.

 Cf. También, Heidegger, 2009b, p. 76.

 Cfr. También, Heidegger, 2008ª, p. 29.

 Cf. También, Heidegger, 2003b, p. 214.

 Cf. También, Heidegger, 2009. p. 75.

 Cfr. También, Heidegger, 2009. p. 78.

 Heidegger, 2009b, p. 81.

Die ursprüngliche Einheit der Sorgestruktur liegt in der Zeitlichkeit” (Heidegger, 1993. p. 327).

 Cf. También, Heidegger, 2008a. pp. 76 y 80.

 La expresión “cumplimentación”, que también se traduce como «ejecución», «ejercicio», corresponde a la expresión «Vollzug».

 Cf. También, Heidegger, 2007. pp. 43-56.

Das Katheder hat eine braune Farbe. Das Mädchen hat blonde Zöpfe. Dieser Mensch hat eine traurige Geschichteˮ.

Das Haben drückt affenbar wie dort eine Beziehung aus, die im Dasein des Habenden selbst wurzelt, […]. Genügt es zu sagen, die Beziegung sei ein Vertrautsein des Daseienden mit der eigenen Vergangengheit[…]ˮ.

Der faktische Lebensvollzug ist an ihm selbst und aus ihm selbst heraus historisch, d.h. geschichtlich. Das faktische Leben selbst ist der Ursprung des Geschichtlichen”.

Die «Zeit» ist, weil das Dasein in seiner FakticitätalsgegenwärtigendesAufgehen in der Welt, d.h. als Sorgenkonstituiertist”.